25 junio 2008

La Cofradía del Ovario PRESENTA: EL DÍA DESPUÉS DE MAÑANA (Catástrofes cotidianas)

Con el tiempo he llegado a pensar que mi vida diaria (hablo como representante de la Cofradía pero tomándome como ejemplo de todo el conglomerado ovárico circundante) está plagada de augurios apocalípticos que decido no ver para poder seguir yugándola sin meditar demasiado en lo que está por venir (así, separado o todo junto: “en el porvenir”), porque a veces una cuota de voluntaria ignorancia, lejos de ser un defecto, es un bálsamo terapéutico que cae sobre nuestro intrincado e inextricable cerebrillo femenino cuando vemos venir una hecatombe. Los miembros de la Cofradía han hecho una selección del mejor cine catástrofe de los últimos años y se sientan en el sillón más cómodo de la casa, control remoto en una mano y pochochos en la otra, a ver “El día después de mañana”. La Ficha Técnica dice que la película se estrenó el 27 de mayo de 2004 y la acción transcurría el día 28 de mayo del mismo año en un congelado Hemisferio Norte que había desoído los anuncios aciagos de un geólogo (encarnado por Dennis Quaid) acerca del cambio medio ambiental que encaminaba a la humanidad a una nueva Era de Hielo (sin la simpática ardillita y su nuez, obviamente); las aguas del Océano perdían temperatura, las corrientes cálidas desaparecían, caía del cielo granizo del tamaño del Amazonas y todo el Norte se perdía en una tormenta blanca que lo dejaba cual barrita de Kani kama. La película culminaba con el geólogo rescatando a su hijo (Jake Gyllenhaal, antes de perder el invicto con el desaparecido Heath Ledger, en "Secreto en la montaña") en el corazón gélido de Nueva York, con la tan trillada imagen de la Estatua de la Libertad tapada de nieve hasta la cintura (hurto a la primera versión de El Planeta de los simios con Charlton Heston, porque la versión de Barton todavía estoy tratando de decodificarla). Si de cine catástrofe se trata, esta película contó con una movida marketinera importante por jugar con la fecha del estreno y la del relato, por lo demás es la historia del padre ausente que se despierta de su abulia cuando el hijo está en peligro y camina durante días en la nieve para encontrarlo, muy american way; pero vamos a ver cómo la interpreta la Cofradía, que con las catástrofes la tiene tan clara que bien podría formar parte del escuadrón de Cascos Azules de la ONU. Así como en todo cine de estas características NADIE LEE LAS SEÑALES DE ADVERTENCIA, en la vida real ocurre casi siempre los mismo: detalles del tamaño de un Mamut pasan inadvertidos. Es que en determinados lugares del país, la boludez es endémica y a diferencia de la hemofilia, la transmiten los hombres y la padecen…las mujeres. Sería tan fácil prever ciertas catástrofes si entendiéramos las señales que nos tiran en el rostro Dios, dios, Buda, Alá, las Moiras, los oráculos, las tarotistas o Ludovica en su Horóscopo, es más ahora hasta por mensaje de texto se puede recibir el vaticino del destino; pero no, por pelotudas terminamos siempre el día después del quibombo, hundidas en un té de tilo diciéndonos: “Lo que no llego a entender es cómo no me di cuenta antes”. Porque lo verdaderamente importante no es el día “D” sino el día “C” y el “E”. Abecedario aparte: el día antes (cuando se nos avisa) y el día después, cuando ya pasó y tenemos que apelar al pegamento más fuerte, (el Pulpito no sirve para nada, uno más fuerte) para salir de la cama enteras. Hay señales que auguran un desastre, existen hechos que permiten escuchar los cascos de los jinetes apocalípticos y no les damos pelota. Algunos integrantes del G. P .S (Grupo de Autoayuda para Sobrevivientes de catástrofes emocionales de la Cofradía) nos han dado su testimonio y les damos a continuación algunos ejemplos para que todas aquellas amigas de la Progesterona que leen el Blog aprendan a decodificar ciertas señales antes de salir a la calle.
  1. Si mamá te despierta un sábado a las 8 de la mañana diciéndote: “Cuidame la salsa porque tengo que ir a buscar al abuelo que fue a suicidarse y no lo podemos encontrar”, salí preparada a la calle, cosas así no se oyen todos los días (por cierto, mamá encontró al abuelo esa mañana, estaba en la Plaza onda “Hombre mirando al Sudeste”, pero la salsa se me quemó)
  2. Si salís a las cinco de la tarde de un invierno de la hostia y encontrás la goma del auto pinchada, te ponés un par de guantes, cambiás la goma y no aparece nadie a ayudarte como en las películas o si aparece, es un pobre tipo con menos sex appeal que Don Ramón del Chavo del 8, ahí tenés otra señal de que deberías cambiar el perfume o el acondicionador del pelo porque en lugar de atraer testosterona, estás atrayendo insectos.
  3. Si mientras desayuna el Fulanito de tus sueños, te dice que necesita más espacio que ahora que tiene el auto (que vos le compraste para que no tomara el colectivo mientras vos saltás de remís en remís) se va a quedar en la casa de un amigo que vive cerca del Hospital para no madrugar tanto y no te das cuenta de que en cualquier momento te hace una remake de Pollitos en fuga, padecés de una pelotudez patológica: TRATATE.
  4. Si te empieza a picar la cicatriz de la alianza en el anular izquierdo…corré, es factible que Menganito haya rebotadado con su Sultanita de turno y quiera consuelo en brazos conocidos.
  5. Si encontrás a tu ex tomando una cerveza con tu mejor amigo y charlando de mujeres en la casa de tu hermano, te quedan dos alternativas: o consultás al oculista o pedís un habeas corpus para tu hermano y tu amigo; alguien los secuestró o los abdujo una comitiva uraniana y te están haciendo creer que gozan de la compañía del enemigo; pero no te quedes sin hacer nada, estás frente a una señal imperturbable de la pérdida de memoria anterógrada que puede tener la gente bajo los efectos del alcohol etílico.

Los ejemplos son claros, como para el geólogo de la película, tenemos que leer las señales y no pensar que la casualidad existe. Nada ocurre porque sí. Nada, ni siquiera cuando, sin anestesia, te dicen: “No te necesitamos más”. Nadanadadenada. La vida se parece tanto a la Maldición de la pobre Casandra de la mitología griega: siempre diciendo la verdad y siempre ignorada...

Lo importante es tener bien claro que congeladas, hervidas, atomizadas, omitidas, ignoradas, boludeadas o envenenadas, el día después de ayer, una fuerza que reside en el centro mismo de nuestro sexo débil (¡ja!) nos saca de la cama, nos hace tomar el Actimel (por las dudas), nos planta como todos los días en la vereda de casa y si tiene ganas, hasta nos acompaña a trabajar. Así que ... a mirar para todos lados, amigas de la Cofradía, no sea cosa que El Día después de mañana nos encuentre a la madrugada, buscando una ferretería de turno que nos venda cantidades industriales de la cola vinílica que necesitamos para volver a pegar la aurícula derecha que se nos desarmó justo después de la cena. Nos vemos (o nos leemos) la semana que viene.

3 comentarios:

razondelgusto dijo...

¿Se terminan de pegar del todo los corazones rotos? Creo que todavía no se inventó ese pegamento...
Sin embargo disfruto y festejo tantos relatos orales que ahora veo escritos, tan maravillosamente escritos.
Porque de eso creo que se trata sobrevivir al día después... estar ahí para contarlo. Como diría nuestro amado Julio: "Siempre contarlo, siempre quitarse esa cosquilla molesta del estómago."
Te mando un abrazo gigante por el ciberespacio.

Anónimo dijo...

¿Señales? ¿Qué señales? ¿En serio existen las señales? ¿Y yo qué estaba mirando?
Por suerte, una vez más, el que elegí para que me eligiera me susurra al oído que no me haga problema: después de todo, si el futuro es tan irrevocable como el pasado, ¿para qué mierda ver sus señales antes de tiempo? ¿Tiempo... tiempo...? ¿Qué era eso, Nati?
Y otra cosa... ¿Qué es el pulpito?
La tía Laura (sin poder registrarse todavía)

Luz dijo...

Este blog se convirtió en una religión (sin ofender-me). Entrar todos los lunes y jueves es como ir los domingos a la iglesia.
Se me subieron las comparaciones a la cabeza.

Me encanta TODO lo que leo en este espacio.

Si todo esto estuviera en un libro, o saliera en una revista, lo leería con el mismo seguimiento.

Saludos.

Luz.