29 agosto 2008

La Buena Pipa y los servicios de medicina prepaga

Aprovechando su condición de entidad ficcional, es decir, su categoría de cuento atemporal, de clásico que resiste los embates del reloj, la Buena Pipa decidió participar de un Seminario de Escritura al que asistirían varios personajes literarios de todas las épocas acusados de transgredir las reglas ortográficas y de no narrar/contar/hablar/escribir “ como Dios manda, che”; entre los personajes que encontró la Buena Pipa estaban Azarías en representación del más puro ejemplo de la vida castellana en la ficción: Los santos inocentes; también encontró a Ulises de Joyce alquenoseleentendíanadacuandohablabaporqueno ha cí a pau sas pararespirarysóloparabacuandoseponíaazul; conversó amablemente con la Señora Dalloway de Virginia Woolf, trató de explicarle a Blimunda, el maravilloso personaje de Saramago en Memorial del convento, que los puntos aparte son importantes para ganar un Premio Nobel y se tomó un café con un tal Artemio Cruz que le prometió el oro y el moro hasta que la Buena Pipa empezó a hacerle preguntas y él no supo si responder en primera, segunda o tercera persona y se fue a fumar un puro a la galería de la casa de Nebrija, donde se realizaba el Seminario. El Gramático quería ver si se podía encauzar a estos rebeldones que pensaban que podían pasar por alto un par de reglas.
Así estaba la Buena Pipa, aprendiendo que “la letra con sangre entra”, mientras se comía unos scones que había horneado la profesora Ofelia Kovacci especialmente para el evento, cuando me llamó para que hiciera un relevamiento de los servicios de medicinas prepagas. Ella es así, cuando se embola, se la agarra conmigo y desquita su malhumor contándome cuentos de la Buena Pipa en distintos marcos narrativos.
Me vestí, porque cuando estoy de vacaciones me tengo que operar el pijama para salir del blog, me llevé la credencial de la prepaga en la que me hace los aportes la Buena Pipa (Si se enferma, se jode S.A.) y me fui a hacer unas averiguaciones a la sucursal que me queda cerca de casa.
Dicen que ciertos sistemas sólo se conocen cuando se padecen y una Mujer Marca Acme se toma todo al pie de la letra. Salí con tiempo. Me gusta ver cómo agosto despierta a los ciruelos y los deja florecidos y a la espera; por eso iba mirando el blanco del árbol de la plaza cuando (casi como Deborrah Kerr en Algo para recordar) una baldosa floja se vengó de mi andar desparejo, decidió levantar una de sus aristas que no entendió el rumbo de mi zapatilla y me desparramó en el suelo.
Uno podría esperar que al ver a una mujer derrapando en el piso, miles de manos acudan presurosas a levantarla, a preguntarle con gestos si está bien, si necesita algo. Tal vez las más románticas supongan que como a Blancanieves, un príncipe en rollers la ayudará a sentarse en el banco de madera y la caída terminará en una primera cita. Bueno, eso podría ocurrir, pero no ocurrió.
Al verme untada en el suelo, con pocas probabilidades de levantarme dignamente y recibiendo el escarnio público de ciclistas y tres o cuatro personal trainer que me gritaban “correte boluda”, un ancianito que arrastraba un andador y que intentaba cumplir con la vuelta diaria a la plaza que le había indicado el traumatólogo, me ofreció ayuda. El pobre hombre no tenía la culpa, pero su ofrecimiento fue como una puñalada trapera a mi orgullo y me levanté como si tuviera un resorte.
Rengueando llegué al consultorio del médico. Le entregué a la secretaria el carnet que lo miró y me dijo: “Nonono, para urgencias tenés que ir a la clínica central que tiene tu prepaga, acá no te podemos atender” y yo le pregunté: “¿Sabés cómo llego ahí? Estoy muy dolorida” y ella: “Tomá el tren, combinación con la línea C del subte que si no está de paro, te deja justo en Retiro y ahí te tomás el tren que va a Del Viso y en la Ruta 8, ahí nomás, lo ves desde lejos, tenés el sanatorio de tu prepaga.” Pensé que me estaba jodiendo, pero no. Tenía la rodilla del tamaño del Perú a esa altura, pero me armé de paciencia y viajé hasta el sanatorio en la Ruta 8. Llegué y me presenté en la entrada con la credencial. Otra secretaria (al parecer las secretarias de los establecimientos dedicados a los servicios de salud nunca nos ven como seres de carne y hueso, nos ven cara de credencial, de Plan o de Copago, porque no se entiende tanta apatía cuando ven que si no te desmayás es porque estás segura de nadie te va a levantar) me miró y me dijo: (no piensen que me dijo “Siéntese, ¿le duele?”, nononono nono) “¿D.N.I.?” y yo: “No lo traje pero en la credencial está mi foto”, y ella repitió: “D.N.I.” y yo: “Mmmmm, no lo tengo” y ella: “Bue… voy a preguntarle a mi supervisora si se puede atender igual.”

Media hora después volvió diciendo que harían una excepción conmigo que el doctor me iba a atender. Otra hora y media hasta que el médico salió diciendo mi nombre. Si han estado en situaciones similares sabrán que ese momento es casi único porque indica que en un lapso determinado de tiempo una va a estar en casa tomando un té calentito con galletitas de chocolate. Bueno, el Galeno me hizo pasar, me miró la rodilla y me indicó reposo (jajajajajajajajaja) y una resonancia magnética. Yo le pregunté si no era lo mismo la vieja radiografía y él me miró como diciendo “Cuando el enviado de Dios en la tierra dice algo, los mortales no lo contradicen, ¿OK?” y yo me callé y salí saltando en una pierna porque al revisarme me había torcido la rodilla para un lado y para el otro y volví al mostrador de entrada a pedir la orden para la resonancia.

La secretaria me miró como me miraba la preceptora en el colegio cuando le decía que me sentía mal y que llamara a mamá y con la boca de costado en señal evidente de burla me dijo: “Estas órdenes las tenés que tramitar en la sucursal en la que iniciaste el trámite, linda”; “linda linda linda”, eso y decirme “imbécil” era más o menos lo mismo pero me consolé pensando que la Buena Pipa estaba soportando los embates de Nebrija y su gramática y de Kovacci y sus estructuras y volví a colgarme del tren.

A esa hora a los transportes públicos hay que subir con preservativos porque si una no está embarazada, sale embarazada. La cantidad de gente era tal que tuve que dejar pasar dos trenes antes de poder colgarme de uno de los vagones del tercero que pasaba. Nadie se percató de mi rodilla de elefante y llegué peor de lo que me había ido.

La suerte quiso que todavía atendieran en la sucursal de mi prepaga y entré directamente a sentarme, con tanta puntería que detrás de mí entraron tres embarazadas y dos viejitas embastonadas. Tuve que cederles el asiento porque el guardia de seguridad privada me miraba como a Satán.

Después de un rato en el que la empleada (la única que había porque los demás habían asistido a un curso de Atención a Clientes) trató de explicarle a una de las viejitas cómo llegar a la Ruta 8, me atendieron. Le di la orden y esperé. Ella la miró, me pidió la credencial, volvió a mirar la orden, se fue para adentro, salió y me dijo que mi plan no contemplaba resonancias magnéticas porque hacía menos de un año que me había afiliado y que esos estudios sólo se hacían después del año de antigüedad. Yo le pregunté cómo era posible eso, le dije “¿O sea que la gente no puede romperse el alma en un año? ¡Me sale más barato asegurarme en La Caja!”; ella ni mosqueó y se limitó a decirme “su plan no lo cubre por el momento su plan no lo cubre por el momento su plan no lo cubre por el momento”. Creo que cuando me estaba yendo de ahí, como en “Marionetas S.A.” de Bradbuy, a la empleada le empezó a salir humito detrás de las orejas, pero preferí huir. La Buena Pipa era omnipresente, estaba en todos lados y también en los servicios de medicina prepaga.

No daba más, quería llegar a casa porque ya eran casi las ocho de la noche y había salido a las 9 de la mañana. Tenía la rodilla hinchada, el malhumor inflamado y las gónadas estiradas. Pero decidí que no podía quedarme sin atención médica así que me armé de paciencia y me mandé al Hospital. Entré por la guardia y cuando me atendieron, sentí que el sistema esta vez no me había fagocitado; pero nunca aprendo a cerrar la bocota y le comenté al enfermero que me llevaba a hacerme una radiografía que no había podido hacerme la resonancia porque la prepaga no me la cubría. El tipo se frenó en seco y me dijo que me bajara de la camilla. Yo no entendía nada. Empezó a gritarme y me sacó a patadas del Hospital. Como pude, salí corriendo mientras me gritaba: “¡Chanta, tenés guita para una prepaga y venís acá a ocuparle el lugar a la gente que no tiene un lugar donde atenderse!”

¿Para qué explicarle, no? Terminé resignada como siempre, cuestionándome “qué dios detrás de Dios” empezaba esa trama de absurdos que me tenían prisionera. Recordé las tribulaciones del pobre Job en el Antiguo Testamento y pensé que la había sacado barata después de todo.

Camino a casa, entré a la farmacia a comprar un antinflamatorio. El farmacéutico me miró la pierna hinchada y me dijo: “Se tiene que hacer ver esa pierna, ¿eh?”

Eran las diez de la noche cuando me senté en el sillón que está frente a la computadora con una bolsa de hielo en la pierna. Tenía un mensaje nuevo en la Bandeja de entrada del correo electrónico. Era la Buena Pipa que me anunciaba su regreso del Seminario. Se los transcribo porque yo no lo entendí, a ver si ustedes que son expertos lingüistas me ayudan:

“Llego mañana a la mañana tenés que buscar la ropa en la tintorería del seminario quiero hablar no ahora que tenés para contarme si hiciste o no el relevamiento de las medicinas prepagas como te dije Nebrija está como loco pobre viejo no logra que Ulises ponga un condenado signo de puntuación a las siete de mañana entendido no”

Si alguno sabe dónde cuernos tengo que poner los puntos y comas en el mensaje para saber qué quiere que haga, se aceptan comentarios…como siempre.

Nos vemos la semana que viene (si no me dan turno justo el jueves para hacerme la radiografía de rodilla)

19 agosto 2008

La Cofradía del Ovario PRESENTA: "ECO Y NARCISO" (porque ciertos mitos viven a la vuelta de casa)

La mitología ha sido un almácigo en el que pusieron sus piecitos varias ciencias. Las dos que más se abusaron fueron la Literatura y la Psicología. Por ejemplo, Edipo dio origen a la primera parte de Blancanieves (el cazador que la lleva al bosque para matarla y no se anima) y a uno de los complejos psicológicos más famosos: el complejo de Edipo, el de los hombres que no cortan el cordón umbilical que deberían pulverizar a los 4 años (aunque muchos de más de treinta todavía lo llevan colgando debajo del cinturón)
El de Edipo (que trataremos en otra oportunidad) es uno de los casos más sonados de la mitología, pero un estudio realizado por esta Cofradía arrojó resultados sorprendentes al descubrir que el diccionario completo de Mitología está a nuestro alrededor, disfrazado de siglo XXI.

En esta sección nos encargaremos de cotejar las más famosas parejas mitológicas con hombres y mujeres (aparentemente) comunes y corrientes que viven hoy, sin saber que alguna vez un capricho divino los inmortalizó en un mito y ésa es la razón de todos sus problemas. Porque no todo se reduce a la contraposición Venus-Marte en las relaciones humanas. Hay tantos héroes, semidioses, dioses, ninfas y musas dando vueltas por ahí justificando que nuestros vecinos del 4to se lleven como el traste, por ejemplo...

HOY nos atacamos con el mito de Eco y Narciso.

Por esas cosas de la mitología y las declinaciones griegas, “Eco” es un nombre de mujer y “Narciso”, de hombre. Supongo que alguna vez habrán escuchado el término “narcisista” referido al alguien con conductas positivamente pelotudas a la hora de relacionarse con el mundo exterior dada su marcada predisposición a creerse superior y pavonearse con ello; pues bien, todo tiene su origen en este mito más trágico que novela brasileña mal traducida. Ahí va la versión corta y pasada por el tamiz de la Cofradía (tal vez Grimal, no pensaba lo mismo que nosotras cuando escribió el Diccionario de Mitología)

Hay muchas versiones de ese mito (sobre todo en la parte del destino corrido por Eco) pero nosotras, en la Cofradía, elegimos quedarnos con la más poética porque todas tenemos dentro una “chica de barrio” que se emociona con historias de amor siempre ajenas.

Eco era una ninfa que vivía en los valles aledaños al río Cefeso, padre de Narciso (no me pregunten por qué pero aquí, en territorio mitológico, los ríos tienen hijos, se casan, se divorcian y siguen tan campantes corriendo entre las piedritas de su lecho y los dioses se casan entre hermanos sin que el incesto los persiga), un apuesto joven de quien ella estaba perdidamente enamorada ( eso de “perdidamente enamorada” es una redundancia porque no conozco a nadie que no se haya perdido entre los coletazos de la pasión, pero lo vamos a dejar escrito porque no queremos que en su primera entrega, nuestra especialista en mitología se sienta perseguida por temitas semánticos)

La cuestión se resuelve de la peor manera para ambos, como ocurre casi siempre que los dioses meten la nariz en las relaciones humanas (¿Qué dioses malsanos andarán dando vueltas por allí en este siglo? ¿Habrá dejado descendencia Zeus y estos, hartos del Partenón que está hecho percha, se vinieron a joder a la Argentina?) Narciso estaba tan orgulloso de su aspecto que no le daba bola a nadie más y rechazó olímpicamente a Eco que fue deshilachándose hasta que no quedó ni un vestigio de la mujer que había sido y sólo quedó de ella un resto de voz que se escuchaba entre las rocas del valle del Cefeso. Pero el nabo de Narciso no se la llevó de arriba, porque esto de la Cofradía del Ovario viene de generaciones, incluidas las olímpicas, y Afrodita, haciendo causa común con la pobre Eco, lo hechizó de manera tal que Narciso se enamoró de su propio reflejo en el agua de la fuente en la que vivía la ninfa y cuando quiso agarrar su imagen, se cayó y se ahogó (no me pregunten qué profundidad puede tener una fuente, ni por qué Narciso, que era hijo de un río, no sabía nadar ni perrito, ni siquiera me pregunten cómo fue que Narciso no pudo aferrarse al borde la fuente… porque no lo sé)

¡¡Ayayayayayayayayayayay!! ¡Cuántas Ecos y cuántos Narcisos conozco! ¡Cuántas mujeres que se agotan, repitiendo siempre lo mismo a su pareja que, como un Narciso moderno, sólo se mira a sí mismo y a veces (sólo a veces) a su ombligo también, mientras escucha los lamentos de quien (vaya uno a saber por qué) está a su lado hasta que sólo queda de ella el eco lejano y entrecortado! ¡Cuántos hombres que enamoran a nuestras Ecos solamente para verse reflejados en los ojos de ellas, solamente porque los redefine y los coloca en la categoría de héroes el hecho de verse con los ojos repletos de un amor transparente como el agua!

Ahora a los hombres Narciso, los llaman metrosexuales y a las mujeres Eco, se las sigue llamando estúpidas; pero lo cierto es que estos arquetipos persisten tan actuales como siempre. Ya no hay valles, no está Afrodita para castigar Narcisos y poner las cosas en su lugar, no hay fuentes cristalinas (a veces ni hay agua) porque las mujeres Eco de la actualidad, se cansan de dejar mensajes en el celular, se conectan y se desconectan del MSN para ver si los Narcisos dejan de mirar su Facebook y se dan cuenta de que ellas “Están Conectadas”.

Ni el agridulce sabor de la venganza les queda a las Mujeres Eco, porque los Hombres Narciso, van tres veces por semana a natación para modelar el cuerpo y si cayeran hoy en día en la fuente de Eco, saldrían de ella nadando Mariposa.

Por eso, si ven que el que tienen al lado, les usa las cremas y se depila el pechito para que no le moleste el traje de agua que usan para hacer Kayak... huyan despavoridas, amigas. Están por asistir a la metamorfosis del hombre en Narciso. Ellos no se van a ahogar, pero ustedes van a dejar las cuerdas vocales en las paredes del consultorio del analista tratando de entender en qué momento se transformaron para ellos en un Eco de lo que alguna vez fueron.

¡Nos vemos la semana que viene!

14 agosto 2008

La Buena Pipa en el Salón de la Justicia

“Más tarde, en el Salón de la Justicia…” y ahí venía la musiquita y la imagen del frente del salón daba vueltas en la pantalla hasta quedar derecha con sus ventanales góticos y sus techos a dos aguas.
Los Superamigos fueron llegando poco a poco, habían sido convocados por un extraño llamado recibido desde Buenos Aires, Argentina y hasta que todos encontraron las coordenadas que los llevaran hasta aquel lugar en el que la tierra parecía caerse del planisferio, no pudieron comenzar la reunión.
El Salón en el que aguardaban era enorme, muchos que se conocían de otros capítulos, conversaban animadamente preguntándose quién los había citado y para qué, qué era aquello tan importante que los había movilizado desde lugares tan distantes. El primero en llegar fue Batman que cayó en el batimóvil porque andaba cerca, en la sede del grupo de autoayuda al que iba una vez por semana: el P.A.I. (Para qué Amargarse Innecesariamente); inmediatamente después arribó Robin que se había retrasado juntando unas latas de gaseosas para reciclarlas. Unos minutos más tarde, cuando el batidúo estaba planificando ya los arrestos que tenía pendientes, hizo su entrada triunfal la Mujer Maravilla. Llegó en el avión invisible que obviamente ella no manejaba porque el tráfico aéreo la superaba; le dijo al piloto que lo llamaba en cuanto terminara y bajó del aeroplano mirándose en los cristales inexistentes del avión para chequear que su atuendo estuviera en orden. No sé cómo recuerdan a la Mujer Maravilla pero les aclaro que estaba bastante agiornada. Eso de tanto dorado en el lazo y los brazaletes estaba out, así que lo había reemplazado por plata y piedras que hacían juego con el verde chillón de su traje (más parecida a Linterna Verde que a la Mujer Maravilla original) porque la combinación de azul, rojo y blanco no la favorecía.
Detrás de ella, llegó sin ser percibida siquiera, la Mujer Invisible y preguntó si sabían cuánto iba a tardar aquello porque tenía que ir a solucionar algunos problemas que el Hombre Elástico no había querido agarrar porque estaba de vacaciones en las Bahamas con los Gemelos Fantásticos y Aquaman, pero nadie le respondió, sencillamente porque no la veían.
Superman no llegó jamás (personalmente creo que nunca existió y que de leyenda pasó a creencia popular, porque si hubiera habido alguna vez un Súper Hombre, Niesztche estaría frito y yo no estaría tipeando para La Buena Pipa, sería su Lois Lane, seguramente)
En realidad, de los muchos que prometieron su presencia, faltaron a la cita la mayoría, y los que estaban: Batman, Robin, la Mujer Maravilla y la Mujer Invisible entre otros más, comenzaban a impacientarse porque no entendían para qué cuernos los habían convocado con tanta urgencia si no había nadie que los recibiera.
La Mujer Maravilla estaba hostigando a la Mujer Invisible recomendándole una clase de spinning que la iba a ayudar a modelar la figura que nadie podía ver. La pobre mina le quería hacer entender que era invisible y que nadie la veía, pero la Mujer Maravilla insistía en las bondades de la actividad física, mientras la otra la miraba resignada.
Y cuando la cosa comenzaba a ponerse álgida, en la pantalla gigante del Salón de la Justicia, apareció una Pipa como la de Nike y una voz resonó en el recinto semi vacío.
Era la Buena Pipa que les estaba dando un comunicado.
Paren paren paren paren, ¿a nadie más que a mí le resulta raro todo esto? Me considero una mujer amplia, ecléctica y con una falta importante de capacidad de asombro pero esto es demasiado. ¿Alguien entiende qué hace la Buena Pipa en el Salón de la Justicia? ¿Qué hace un cuento popular en una de superhéroes? Además, por sus características, es mucho más lógico que la Buena Pipa esté en el Salón de la Maldad y no ahí y mucho menos convocando a los Superamigos.

Pero mejor, volvamos al Salón de la Justicia.

Éste fue el mensaje que escucharon Batman, Robin, la Mujer Maravilla y la Mujer Invisible:

Superamigos, espero que no haya rencores por tantas vueltas y vueltas que les he hecho hacer en todos estos años. Pero estoy desesperada. En el Salón de la Maldad, hubo una votación a puertas cerradas para renovar la Dirección y el Guasón y el payaso Krosty (de los Simpson), se adueñaron del sillón centenario y quieren remodelar todas las secciones del Recinto. Pintaron al Duende Verde de rojo y azul; a Bizarro lo pusieron en la portería, al Pingüino lo pusieron a marchar con los otros de su especie; Mafio y su pandilla corren de un lado a otro en bicicleta porque no pueden usar el auto dentro del Salón… Todo está patas para arriba y el Guasón se ríe y se ríe y se ríe y se ríe y Krosty asiente y asiente y asiente y asiente y NADIE SE DA CUENTA DE QUE TAMBIÉN LOS MALOS DE LA PELÍCULA TENEMOS CÓDIGOS, CHE. Pero acá viene lo peor, a mí me dijo que no me necesitaban más, porque para dar vueltas al pedo sobre lo mismo sin hacer nada y exasperando al mundo entero, estaban ellos dos, que ya no era necesaria. Por eso les pido ayuda, Superamigos, ayuda…”

En ese momento los superhéroes que quedaban en el Salón de la Justicia (porque la mayoría ya se había retirado) se miraron y comenzaron a reírse hasta doblarse sobre la mesa del Salón mientras la Buena Pipa repetía: “Ayuda, necesito ayuda, ayuda, ayud…” Así la encontré yo a la Buena Pipa, con el sueño alterado, dormida sobre el sillón, el control remoto en la mano derecha. La desperté despacio para que no se la agarrara conmigo y me mandara a alguna oficina pública a hacer relevamientos de “Simpáticos en Organismos gubernamentales”; cuando le golpeé el hombro con suavidad, pegó un respingo, se despojó de la ficción onírica que la había retenido más allá de los sueños y me sonrió. Sí, como leyeron, la Buena Pipa me sonrió, me pidió un capuchino doble y me dijo que se iba a quedar un rato mirando el noticiero en el sillón.

Gozaba de la agradable sensación de sentirse a salvo de las pesadillas. Se dijo que no miraría por un tiempo Boomerang, el canal de los dibujos animados viejos, porque le provocaban efectos adversos y encendió el televisor para mirar las noticias y buscar su lugar de trabajo para el día siguiente.

Todavía tenía la respiración agitada cuando una placa roja con letras blancas tamaño catástrofe de Crónica TV, la paralizó. Eran sólo tres palabras que repitió hasta que yo volví con el capuchino:

CAYÓ EL GUASÓN CAYÓ EL GUASÓN CAYO EL GUASÓN CAYÓ EL GUASÓN

12 agosto 2008

La Cofradía del Ovario PRESENTA: TROYA (la mitología según Brad Pitt)

Uno de los miembros más antiguos de esta Cofradía, en este afán de ampliar horizontes, concentró sus energías en el hecho de investigar la relación del cine de todos los tiempos con la mitología (en realidad, fue porque estaba de vacaciones y se aburría. Ustedes dirán que hay otras cosas más divertidas para hacer, pero ella tiene serios inconvenientes a la hora de socializar y prefiere las historias inventadas antes que la suya propia)
Le pidió a una de nuestras colaboradoras (que se dedica a catalogar a los bonitos de Hollywood por orden alfabético… otra con problemas…) unos cuantos DVDs de películas en los que aparecieran tratados los temas mitológicos más famosos y sólo consiguió amargarse. Es asombrosa la capacidad que tiene el cine para hacer una cheese cake con las obras literarias y ni hablar de la interpretación que hace de los mitos a la hora de pasarlos al celuloide (creo que esta palabra es antigua pero la que escribe se durmió en un tranvía y yo no me acuerdo cómo se llama ahora al viejo rollo de film, así que se la dejamos pasar y no le discutimos nada); pero igual ella se sentó en el sofá (sin pochoclos porque la boluda está a dieta) y puso play.
Tenía tres joyas de la atomización mitológica e histórica para elegir: Troya, Jason y los argonautas y Alejandro Magno. Eligió comenzar por Troya (2004) que se atrevió nada menos que con uno de los poemas homéricos (de Homero el griego, no Simpson el de Springfield) más famosos: La Ilíada.
La creación de Homero comenzaba con una invocación a las musas para que los “inspiraran”: “¡Canta, Oh Musa, la cólera del Pélida Aquileo!” Bueno, parece que en Hollywood las musas estaban posando para un almanaque de Playboy porque no hicieron su aparición. Más que cantar el enojo de Aquiles, alabaron los bíceps de Brad Pitt y Eric Bana (Héctor en la película)
Analicemos parte por parte:
En la mitología: Helena no “amaba desesperadamente” a Paris porque éste era un tipo valiente y considerado. Nononono, lo amaba porque Afrodita (la diosa del amor) se la dio como premio y le pidió a su hijito Eros que le flechara el corazón a la mujer de Menelao de Esparta, porque Paris la había elegido a ella, la Venus de los griegos, entre Atenea (la diosa de la sabiduría, la de “ojos de lechuza”) y Hera (la histérica esposa- hermana de Zeus)como la más hermosa de las diosas. Digamos que con ese panorama no había que ser muy preclaro para elegir y hasta el nabo de Paris la pegó y además ligó a la mujer por quien se perdió el mundo conocido: Helena de Esparta (después de Troya, porque estos griegos cambiaban de apellido como de ciudad)
En Troya, Helena la pasa bomba con Paris (interpretado por Orlando Bloom, a quien preferimos haciendo de Légolas en El Señor de los Anillos, porque acá perdió su encanto) y decide irse con él. De Afrodita ni noticias, de la manzana de la Discordia, menos. aquí, Paris es un gran nabo (cobarde y pusilánime) que vive a la sombra de su hermano y que cumple con la Ley del Embudo: la mejor mina para el más boludo.

Cine :1 Mitología:0

En la mitología: Aquiles tenía con su madre una relación de amor – odio, era egoísta y obcecado. Entendía a las mujeres como botín de guerra y era amiguísimo de Patroclo, tanto que cuando éste se murió, se arrancó mechones de pelo delante de la pira con los restos del muchacho y lloró como una Magdalena por la pérdida de su amor. Tatatatata, mmmmmmmm, la Ilíada nos deja una libre interpretación, pero sospechamos cabalmente que Aquiles atendía ambos teléfonos de manera equitativa.

En Troya, inicialmente Aquiles es… Brad PittChau, cerremos todo y vayámonos al carajo. Sí, un Brad (pre Angelina) que se había internado en el gym unos cuantos meses y que filosofaba acerca de la vida con Briseida (sacerdotisa del templo de Apolo y prima de Héctor y Paris….¿Eh? Pierre Grimal debe estar girando como cucaracha mal pisada pensando para qué mierda escribió su diccionario mitológico); en la Ilíada estaban Criseida y Briseida (ninguna de las dos tenía el don de la adivinación, ésa era Casandra que estaba condenada a no ser escuchada a pesar de tener razón SIEMPRE y que en la película ni aparece nombrada); en modo alguno Aquiles estaba enamorado de ninguna de las tres.

Cine: 2 Mitología: 0

El Aquiles de Pitt es masculinísimo, es “primo“ de Patroclo, un casi niño a quien cuida onda padre sin segundas intenciones y también se muestra conmovido por la aparición de Príamo en el campamento griego para recuperar el cadáver de su hijo Héctor.

Cine: 3 Mitología: 0

La película no recoge de las mujeres troyanas más que a Andrómaca (que se la pasa cuidando a un hijo que la mitología asesina del modo más terrible) y a Briseida. De las demás incluida Hécuba, ni el menor indicio. En una sola película los americanos destruyeron todo un pasado literario porque anularon la existencia por ejemplo de la tragedia Las troyanas de Eurípides.

Cine: 4 Mitología: 0

Y así podríamos seguir haciendo una disección literaria sólo para comprender que en realidad, la mitología es la materia prima, nada más y como tal, es una base (en este caso sólo se conservan los nombres, cualquier parecido con la mitología es mera coincidencia) para que el cine después reviente la taquilla con sus dioses propios interpretando a los olímpicos.

Nuestra colaboradora, salió agotada del sofá y con un antojo desesperado de clavarse una Selva Negra con mucha crema (al parecer las malas películas le provocan angustia oral) pero como seguía a dieta, buscó la barrita de cereal con más gracia que encontró y la ajustició tratando de sublimar el gusto a cereal en una mousse de chocolate; confirmó su odio a Angelina Jolie, que lo tiene a Aquiles (bien hombrecito y sin cólera) en casa, cuidándole al crisol de vástagos que poseen y juró sobre el mito de Pandora que quería reivindicar la mitología de alguna manera.

Nos llamó a mí y a la redactora de la Cofradía y nos propuso que a partir de la semana que viene analicemos la relación hombre - mujer que hasta ahora habíamos trabajado desde el cine, desde el punto de vista mitológico. Nos mostró un catálogo de dioses y héroes mitológicos que son la raíz de muchos de nuestros ováricos problemas y que podrían explicar las conductas de más de uno. Así que convocamos a un plenario de estrógenos y convinimos en darle una oportunidad a los mitos así como se la dimos al cine. Desde la semana que viene, escribirá ella. La redactora y yo, nos sentaremos a leerla a ver qué hace tratando de explicar la vida de todos los días desde el arquetípico pasado mitológico.

Nos vemos, amigas de la Cofradía.

¡Ah!, entre nosotras, que no escuche la otra, yo vería Troya una y mil veces sólo por apreciar a Brad Pitt con y sin traje de guerrero, al mando de los mirmidones griegos. Hay visiones que se disfrutan, gente, no admiten el menor análisis.

07 agosto 2008

La Buena Pipa vuelve al colegio (RECREOOOO: "a la bote bote llita, yo con todas, yo con vos, yo por arriba... o... pan-queso, pan-queso, pan-queso)

Los alumnos le daban vueltas alrededor a una profesora que corregía impertérrita mientras le quemaban el pelo y le “depositaban” un preservativo en la mollera.
La Buena Pipa ahora navega por Google y You-tube y encontró ese video que según supo más tarde había dado la vuelta a la Argentina (espero que tamaño papelón no haya salido extra muros) y quiso comprobar con sus propios ojos cómo había cambiado la escuela secundaria en algunas cosas (para mal )y en otras había permanecido igual (también para mal).
Se camufló con el atuendo que creyó apropiado para la ocasión. La adolescencia le había dejado el recuerdo de ciertos momentos olvidables pero esta Buena Pipa es todo terreno y no tuvo miedo. Se dibujó unos granitos en la frente. Se calzó las gafas, se hizo dos trenzas (por las que se le escapaban unos bucles rebeldes que se negaban al cepillo), sacó el viejo uniforme del altillo (estornudó dos o tres veces porque era alérgica a la naftalina), se vistió y salió a tomar el colectivo y se fue a su viejo colegio para ver si era tan cierto que las cosas habían cambiado.
El primer shock lo tuvo en la puerta del colegio (antes de monjas, ahora de cualquiera que pudiera pararse frente a 400 alumnos sin que le temblaran las piernas o se meara encima), porque en la entrada, en lugar de la portera que antes la miraba como el Can Cerbero había un detector de metales por el cual debían pasar todos los alumnos para evitar que entraran con sevillanas o armas al colegio. Ah, pero eso sí, los bolsos no podían revisarlos porque una madre se había quejado ante la inspectora de una invasión a la propiedad privada cuando al revisar la mochila de su hijo, encontraron el FAL del abuelo desarmado para mostrar en la clase de Historia. Pasó dubitativa entre las dos columnas de aluminio del detector y le hicieron sacar las argollitas de plata que llevaba en las orejas.
Temblaba cuando llegó al patio a formar. Avanzó hasta donde estaban los más grandes pero ya no se llamaba "Quinto año Nacional", ahora era "Tercero del Polimodal". La preceptora le preguntó qué orientación había elegido y ella siempre optimista dijo “Norte” (por el feng sui y esas cosas) y todos se le cagaron de risa en la cara. "No, nena, Sociales, Naturales, Humanidades… ¿qué elegiste? ", “Humanidades” dijo, pensando que allí iba a encontrar compatibilidad de caracteres. Pero no fue así, pobre Buena Pipa, estaba pagando todos sus cuentos en una escuela secundaria. Sí , amigos buenapipeados... ¡Los pendejos nos vengaron!
Entró al aula tratando de no tropezarse con sus compañeros que venían compartiendo los auriculares de los mp4 y con otros que venían discutiendo a qué empresa contratar para el viaje de egresados. Se sentó en la fila del medio porque si no, no ve una vaca adentro de un baño y esperó.
De pronto entró la preceptora y como nadie le daba bola, los contó y gritó “Sobra unoooo”; la Buena Pipa se levantó y dijo que ella era nueva y que estaba a prueba por un par de días; pero cuando se quiso volver a sentar no pudo porque quedó en medio de una guerra entre dos grupetes que estaban en el mismo curso y se llevaban a las patadas: unos eran “Floggers” y otros “Emos”; los primeros vestidos con tal estridencia que la retina se le acalambraba detrás de la córnea con cada parpadeo; y los segundos absolutamente de negro, soportaban estoicos las trompadas de los demás cual si fueran caricias y por más golpes que les surtieran jamás se les movía el mechón de pelo que llevaban delante de uno de los ojos.
La Buena Pipa no deseó jamás tanto que algún profesor entrara, como en ese momento. Y cuando ya no sabía dónde mierda parapetarse para no quedar estaqueada en el pizarrón (que ahora era blanco para escribir con fibra y no negro, especial para tiza) entró una profesora de Construcción de la Ciudadanía. Dijo “Buen Día, chicos”, se sentó, completó el libro de temas y empezó a hablar hasta que tocó el timbre, momento en el que todos volvieron a sus lugares y salieron al patio a seguir la gresca pero con más público. La profesora dijo "Hasta mañana, chicos” y salió. La Buena Pipa aprovechó y se escabulló detrás de un daguerrotipo de San Martín que estaba colgado en la pared y tenía dibujados los bigotes de Dalí en fibra indeleble.
Había sido demasiado todo aquello. Retornar a la adolescencia era lo suficientemente traumático como para hacerlo 20 años más tarde y en otro siglo.

Salió del Colegio destrenzándose el pelo y a las puetadas conmigo que le había enseñado a usar los buscadores en internet, jurando que en su vida volvía a hacer un trabajo de campo y que para eso estaba yo, dijo, haciendo valer su jerarquía.

Fue entonces cuando me mandó hacer este BEFORE //AFTER que sigue a continuación, en el que se recopilan situaciones de antes y de ahora y también de hoy y de siempre.

ANTES/ BEFORE

¿Profesora, puedo ir al baño?

¿Sr., me deja cambiar de banco?

Sabe que no puedo escribir con letra cursiva, no me sale pero voy a completar en las vacaciones el cuaderno de Caligrafía que Usted me dio a ver si lo logro y no me baja dos puntos en el examen por eso, gracias.

¿Alguien tiene cartuchos 303 azul lavable?

¡Uy! Me olvidé el papel secante, se ve que se cortó la cinta bebé azul que lo sostenía colgando del cuaderno forrado con papel araña azul marino.

Nunca me gustaron los repuestos Gloria porque las hojas son tan finitas que te parece que estás escribiendo en una Biblia.

Sr. Sultanito, llegó tarde a clase, llame al preceptor y que lo haga firmar el libro de disciplina.

La hora de entrada es a las siete y media, si llega 15 minutos tarde, es media falta, ¿entendió?

La pollera tiene que ir dos dedos arriba de la rodilla como corresponde a una chica de su casa y no tres debajo de la bombacha. Che, la monja me descosió el ruedo porque dice que estaba muy corto el jumper.

¿Viste? La agarraron a Fulanita de tercero “A” fumando a tres cuadras del colegio y con el uniforme puesto… la directora mañana seguro que la sanciona.

Mamá me mata, perdí la caja de las pinturitas y el plumín para hacer el mapa de África.

Me olvidé la flauta, justo hoy que la profesora nos tomaba el Carnavalito.

En el recreo no se corre, si se matan los tenemos que pagar por buenos.

DESPUÉS/AFTER

Profe, voy al baño.

Che, profe, me siento en tu escritorio porque tu silla es más cómoda.

¿Qué parte de “efeame por reverse” no entendés, profe? Dale, chabona, “aaa re” “carita ruborizada” no da escribir con la mano, XD, ok?

Me re cabió este color purple para escribir.

Porfe, le entrego el trabajo en papel higiénico… pero se lo enrollé, eh…

“Sory” profe, pero no le puedo sacar los “cositos” estos que le quedan del cuaderno a las hojas. Todo bien igual, ¿no?

(Nueve y media de la mañana) Buenas, profe, no me podía levantar hoy. ¿Me dicta lo que copiaron los chicos?

Mamá ya habló con la inspectora en jefe del Distrito y mandó cartas documento porque dice que la directora me discriminó porque me dijo que con esa minifalda se me veía la bombacha negra… Se ve que la mina es re racista, ¿no?

El padre de Fulanita vino a quejarse porque dice que la hija toma frío en el colegio porque no la dejan fumar en el aula y se tiene que ir a la terraza. Ya presentó un recurso de amparo en el Concejo Escolar.

No me puedo comprar lapiceras porque mamá dice que gastó mucho en el vestido que me compró para la fiesta del otro viernes.

Despertame cuando se termina la hora de música. Profe, ¿se copa y no jode con el piano?

En el recreo no se maten, para eso están las horas de clase. La responsabilidad civil es del profesor, ¿entendido?

Por una cuestión de preservación de nuestra salud mental y de la de ustedes, la Buena Pipa no creyó necesario hacer una proyección a futuro de lo que puede ser la educación media en unos años. Es incierto para nosotros el destino de los profesores si además del incentivo docente no se exige que el sueldo cubra los gastos de chalecos antibalas de última generación. No sabemos si la Ley Federal de Educación contempla la necesidad de advertirles a los padres que los profesores son los que dan clases y no ellos. ¿Será posible que en un juego de roles les expliquemos que un “regular” no amerita una Carta Documento? Lo positivo de todo esto es que la Buena Pipa quedó extenuada y esta semana no me contó ningún cuento… ¿o será que me lo contó y yo no me di cuenta?

Hasta la semana que viene

04 agosto 2008

La Cofradía del Ovario PRESENTA: "ALGO PARA RECORDAR" (porque estamos convencidas de que siempre es preferible haber tenido "algo", antes que "nada")

Después de desbarrancar con pañuelos descartables incluidos la semana pasada, quien escribe esta sección de la Cofradía del Ovario ha decidido olvidar el desarreglo emocional que la llevó a dejar en mis manos la edición del lunes pasado y ahora vuelve a tomar las riendas de la Cofradía (en el blog se comenta que la Buena Pipa la llamó a su escritorio y que la puso de vuelta y media entonces, no tuvo más remedio que apechugar, y salir al ruedo, dicen que los gritos de la Buena Pipa se escuchaban a unos cuantos clicks de distancia del blog); por eso los dejo en sus manos, a partir de aquí sigue ella.
La Cofradía ha decidido reestructurar (que no lo tomen a mal los miembros de esta organización que le tienen alergia a esta palabreja) algunas secciones para hacer más espacio (en entradas futuras encontrarán por ejemplo nuevas secciones y espacios de discusión) y ha creado hace dos minutos (fresquita fresquita… es más, lo que dura el párrafo anterior) el F.R.A., Fondo de Recuerdos Aleatorios para hacerle frente a los eternos olvidos voluntarios e involuntarios que van en contra de las grandes pasiones que podrían haber sido, de las que fueron y de las que apenas empezaron y se tomaron el olivo.
Queremos recordar todo en igual medida… ¡Basta de esa chantada de “a lo pasado pisado”! ¿O acaso estaba equivocado Francisco Luis Bernárdez cuando escribía en el único soneto que me acuerdo de él: “después de todo he comprendido que lo que el árbol tiene de florido, vive de lo que tiene sepultado.”? Recordemos todo: desde el abrazo de la mañana (no sabría decirles cómo es, pero me han comentado que es una de esas cosas que valen la pena), el avión que se va, el “no sos vos es… él que partió el coco”, el “pará pará no es así como parece” hasta el “dale, ¿nos jugamos?”…todotodotodo.
Estoy harta de todas las frases hechas en pos del olvido. Al carajo con eso de “un clavo saca otro clavo” o eso de “ojos que no ven, corazón que no siente”. Quiero convertirme en un ovárico paladín que luche contra el olvido, después de todo si en la literatura existe una Guardiana de la Memoria, por qué no en la vida real.
Por eso hemos creado este Fondo de Recuerdos, especialmente para aquellos que quieran depositar a plazo fijo los recuerdos que necesitan dejar a un lado para seguir respirando. De esta manera se aseguran que siempre estén ahí todas las historias que empezaron, las que podrían haber comenzado, las que se acobardaron y las que terminaron.
Y como no podía ser de otra manera, la Cofradía recurrió al cine para asegurarse un marco teórico de peso que justificara la creación de esta institución que lucha contra el olvido. Me senté otra vez en el sofá y con delicadeza saqué de la devedeteca un clásico de clásicos, tan clásico que dio origen a una remake (Affaire con Annette Benning y Warren Beatty) y a una película que lo usa como intertexto (Sintonía de amor con la blonda Meg Ryan , que en esta peli no tiene ningún orgasmo público como en “Cuando Harry conoció a Sally”)… ¡Sí, es ésa que están pensando (Empire State, tormenta, Deborah Kerr, Cary Grant) ALGO PARA RECORDAR!
Ni siquiera mi tía (que es capaz de olvidarse de respirar porque para ella es tan poco fahion como ir al baño) olvida esa escena memorable de ella hablando en el sillón SIN MOVERSE y él QUE NO SE DA CUENTA HASTA QUE VE EL CUADRO EN LA PARED.
El argumento de este clásico (1957) cuenta la historia de un hombre y una mujer que se conocen en un viaje en barco y quedan enamoradísimos como sólo pueden quedar Deborah Kerr y Mr. Grant en una película. Como cada cual tiene cosas por resolver, deciden hacerse la promesa de encontrarse en el Empire State (que es lo que ven al llegar en el barco a New York) unos meses más adelante. Saben que si uno de ellos no va, es porque continuó con su vida y listo: a otra cosa mariposa (como si fuese tan sencillo)… Bueno, lo que ocurre es que él llega esa tarde al Empire State y ella no, porque tiene un accidente que la deja en una silla de ruedas y él ni enterado. La vida los vuelve a juntar pensando que aquella historia fue nada más (ni nada menos ) que “algo para recordar” y en un dudoso “happy end” , él se da cuenta de por qué ella no llegó y ella dice esa frase MONUMENTAL cuando él le pregunta por qué la atropelló el auto: “Es que iba mirando hacia arriba, porque sabía que estabas ahí, esperándome.”
¡¡¡WOOOOOOOOOOOWWWWWWWWWWWWWWWWWWW!!! Al que pregunte por qué es un clásico… le hacemos el ritual del Ovario y lo condenamos a mirar culebrones venezolanos durante tres días consecutivos.
Todos tenemos algo para recordar como Deborah y Cary… ¡Pobre de aquel que no tenga recuerdos aunque sea… olvidados! ¿O me van a decir que no es preferible una buena cicatriz a no tener siquiera el recuerdo de una marca? ¿Quién puede querer (más allá de Michael Jackson que tiene un problemita serio) vivir en una carpa de oxígeno por miedo a que se le entrecorte la respiración? ¿Quién, quién, quién? Basta de paracaídas emocionales; se terminaron los salvavidas para relaciones tormentosas; no más airbag para la pasión.
Ya lo saben, si no pueden hacer como en la película y aguantársela, pueden traernos sus recuerdos que se los vamos a custodiar como los templarios al Grial; y cuando quieran recobrarlos… no sé…para contárselos a sus nietos o para echárselos en cara a alguien, vienen, presentan el recibito y listo, se los llevan en cajita con el moñito del color que elijan. Voy a comenzar yo y ustedes siguen el ejemplo en los comentarios (si es que los hacen):
Hace poco un arrebatador de labios me quitó de la boca un beso que yo no sabía que existía… eso también es algo para recordar…

Hasta la semana que viene y a sacar al sol los recuerdos, amigas de la Cofradía, nosotras se los custodiamos.

01 agosto 2008

La Buena Pipa en la fila del Banco con los jubilados

Aunque los seres humanos carezcamos de lógica, la Humanidad como el sustantivo colectivo que nos aprisiona a todos, sí la tiene. Dieciséis siglos más tarde, comprendí por qué cuernos había caído el Imperio Romano en el siglo V (d C.), entendí a conciencia por qué demonios se había derrumbado Constantinopla y, aunque parezca mentira, el responsable de la hecatombe histórica que dio origen a los diez siglos de la oscura Edad Media, fue el idioma.
Ustedes se preguntarán de dónde saco yo que por un desarreglo semántico se fue al carajo todo un Imperio. Simple: El Latín tuvo la culpa, sí sí sí, los romanos no se entendían porque nadie entendía el latín escrito que era distinto del latín hablado. Si uno escribe una cosa y otro lee otra, comienzan los problemas y así fue como los romanos perdieron su statu quo (habría que avisarle esto a toda la plana política argentina, habría que darles una clase de Historia de la Lengua para que se dejen de joder y empiecen a hablar todos el mismo idioma, ¿no?)
En este momento a esta altura del párrafo estarán diciendo: “¿Qué habrá desayunado hoy esta mujer? ¿Habrá tomado mate Marca Acme y está desvariando?”; si se están cuestionando si estoy o no en pleno uso de mis facultades les comento que… eso es algo que no podría confirmar, haciendo hincapié especialmente en las palabras “uso”, “pleno” y “facultades”, pero eso no viene al caso ahora porque les aseguro que toda esta clase de Historia Antigua tiene un norte y hacia allí voy.
El cuento de la Buena Pipa es un blog con amplia cobertura; tenemos a mucha gente trabajando para nosotros y abarcamos los sectores más vastos de nuestro surrealismo por eso es que esta semana me tocó cubrir la historia de La Buena Pipa en la cola del banco con los jubilados.

Mi abuelo es un tipo ocupado, es miembro fundador del Club Cocoon del Barrio que está por obtener la personería jurídica en breve y no puede ocuparse de ir al banco a cobrar su jubilación, y me “distinguió” entre sus allegados para que fuese YO y no OTRO quien TUVIESE que ir al BANCO con los demás JUBILADOS a cobrar su sueldo todos los meses. Por eso, y nada más que por eso (quiero decir que no tengo vocación de pelotuda ni practico para fakir emocional, ni necesito sumar puntos para acceder al cielo y esas cosas...) es que entré al Banco esa mañana a hacer la cola con los jubilados mientras la Buena Pipa sellaba unos recibos de sueldo en la ventanilla sur del salón.

Cuando entré había tres “expendedoras” de números diferentes : amarillo, verde y azul verdoso; estos tres tipos distintos de números se correspondían con tres “colas” de jubilados diferentes. Me dije que lo primero que debía hacer era preguntarle a alguien en dónde debía pararme para poder adquirir los recibos de sueldo de mi abuelo que continuaba ocupado en la vereda contando las bolitas del tilo y protestando por el piquete de tomates peritas de la otra cuadra. Me acerqué a una viejecilla que lo primero que hizo fue agarrar con fuerza la cartera, pensando que yo iba directamente a arrebatársela. Después de que se dio cuenta de que a pesar de la facha, no iba a robarle, me pidió que la ayudara a salir del banco porque habían clausurado la rampa de la entrada porque patinaba los días de lluvia y tenía que bajar diez escalones y se le complicaba. Como para cada escalón necesitábamos minuto y medio de preparación, insitentemente yo le preguntaba si sabía qué número tenía que sacar, pero tuve la mala suerte de quedar del otro lado del audífono y la pobre mujer ni siquiera registró mi pedido de auxilio.

Volví a entrar y me mandé decidida a uno de los escritorios, mientras escuchaba detrás de mí una serie incalculable de murmullos porque no había sacado número y pasaba igual: “Esta juventud está quemada”, “Mire , señora, si en nuestros tiempos uno iba a pasar delante de una persona mayor sin pedir permiso”, “Así está el país, mire en manos de quiénes lo dejamos” “¿Vio cómo aumentó el aceite? Nonono así no vamos para ningún lado”; yo quise explicar que solamente había pasado a preguntar qué número tenía que sacar, pero decidí quedarme en el molde porque justo cuando le iba a preguntar a la empleada cuál debía ser mi destino de espera, un anciano bandoneonista comenzó a hacer sonar el fuelle con “Naranjo en flor” y chau… nadie más oyó nada ahí adentro.

Yo le preguntaba a la empleada y la mujer, acostumbrada a repetir en voz alta y pausada las cosas, me hablaba como si yo fuese Forrest Gump y entre el griterío de jubilados indignados por mi presencia y el “perfume de naranjo en flor” , le dije que sí a la recepcionista, hice tateti y elegí el verde.

El salón estaba repleto de sillas negras y mientras me iba buscando una, comencé a contar cabezas y a calcular edades (sí, estaba aburrida… ¿ Y qué?) Ahora escuchábamos “La Cumparsita”

Para cuando me llamaron, había acumulado más de dos milenios, o sea, pleno esplendor del Imperio Romano y no pude más que pensar en el origen de la palabra Jubilado, porque paradójicamente, jubilado viene del Latín Jubileo que quiere decir: alegría (jajajajajajajajajajajajaja); claro los romanos no entendían nada por eso terminaron como terminaron. Es decir que para ellos, jubilado era “aquel que estaba alegre” (cri cri…cri cri= grillos)

El cajero me dijo que primero tenía que sacar el número amarillo para “entrar en el sistema” como apoderada de mi abuelo que ahora debatía con otros cocoones la persistencia de las hojas del ficus en pleno invierno. Sonaba en el aire “Taquito militar”

Esperé treinta números que a velocidad crucero habrían sido unos 45 minutos pero en la cola de los jubilados se hicieron 93. Escuché las palabras doctas de ex directoras de escuelas que querían darle cátedra al Ministro de Educación, de ex empleados bancarios que calculaban cuántas almohadillas de tinta debía consumir el banco por día porque la tinta ya no venía como antes y soporté estoicamente que dos mujeres cantaran con arrebato cada uno de los tangos que tocaba el bandoneón del ancianito que estaba en la entrada.

Cuando estaba por conseguir un tramontina para tajear el fuelle del instrumento y “valorar el silencio” (como me enseñó mi tía), llamaron a mi número y logré completar un trámite para sacar lícitamente el número verde que era el que me tocaba ahora.

Otra hora y media, el bandoneón seguía sonando, ahora era “El día que me quieras” (y me reí pensando que mi vida sentimental no encajaba ni en una letra de tango) Llegué al mostrador, pero tuve que esperar a que una mujer contara el sueldo en billetes de diez pesos que le acababa de dar el cajero (porque los jubilados desconfían siempre del cajero)y perdí 15 minutos más. Finalmente pude retirar los recibos de sueldo de mi abuelo que en ese momento estaba armando una mesa de enlace paralela a la del campo junto con sus amigos en la vereda de mi casa.

Salía del banco pensando en que jamás iba a salir de auquel cuento de la Buena Pipa porque si a los treinta y pico ya iba a “cobrar” jubilaciones, cuando me tocara jubilarme iba a tener más de treinta años de experiencia e iba a tener que cumplir con todos aquellos ritos unayotravez unayotravez.

Jubileo-jubilado-jubileo-jubilado… No me pregunten si quiero que me cuenten el Cuento de la Buena Pipa porque sería sadismo.

Cuando salía del Banco, el viejito tocaba el tango “Uno”, ése en el que "unos" buscan llenos de esperanzas el camino que los sueños prometieron a sus ansias…

No aguanté más, salté la rampa clausurada y salí corriendo a confirmar en Wikipedia que la caída del Imperio Romano había sido causada por una paradoja semántica.

Nos vemos o nos leemos la semana que viene…

“sabe que la lucha es cruel y es mucha pero lucha y se desangra por la fe que lo empecina…uno va…” ¿Uno va?