30 junio 2008

La Cofradía del Ovario y los Signos de Puntuación

La Cofradía del Ovario decidió abandonar (MOMENTÁNEAMENTE) los pochoclos y el control remoto para adentrarse en cuestiones un tanto más formales (aunque sepan que, para los miembros de la Cofradía, la formalidad JAMÁS ha tenido nada que ver con lo aburrido, así que prometemos una amena reseña de lo que se detallará a continuación): lo que ocurre es que nuestra Cofradía ha ampliado sus horizontes y algunos de sus miembros que trabajan en el área de la investigación sociológica, han presentado un informe al Concejo de Publicaciones para dar a conocer una tesina acerca de la importancia de los signos de puntuación en las relaciones interpersonales. La hemos leído, la hemos aprobado y la damos a publicación porque creemos que puede ser de gran ayuda a futuras generaciones esto de saber cuándo va PUNTO Y APARTE y cuando PUNTO FINAL, (solamente por nombrar algunos de los signos de puntuación que se han trabajado en este ensayo) y porque, además, sostenemos que debería ser material de consulta en Bibliotecas, páginas web y libros escolares, desde Primer año de la E.P.B. en adelante.
El ensayo se titula: “La importancia del uso correcto de los signos de puntuación en las relaciones interpersonales” y en el primer apartado estudia cada uno de los tipos de puntos: su uso, desuso y abuso; como subtemas aparecen los demás signos y en la segunda parte trabaja la gramaticalidad de ciertas sentencias como por ejemplo “Fulanito ama a Menganita”, pero eso es material para otra entrega de la Cofradía; por ahora nos ocuparemos solamente de los puntos y su importancia en la vida diaria de nuestras amigas de la progesterona. He aquí la primera entrega de lo anticipado: “Los signos de puntuación son las marcas gráficas que permiten dar a cada oración o suboración, la entonación propia de la clase a la que pertenece ya sea negativa, afirmativa, dubitativa (inherentes a la testosterona), desiderativa (característica de los estrógenos), interrogativa (femeninas) y exclamativas (re masculinas); dichos signos delimitan además, proposiciones, sintagmas (oraciones para los legos en la materia), párrafos y textos completos. Por este motivo es importante conocer su uso correcto y evitar situaciones engorrosas cuando se aplican al discurso en circunstancias dudosas.
EL PUNTO: Puede ser SEGUIDO, APARTE o FINAL. Los dos primeros delimitan oraciones, sin embargo mientras el primero relaciona el sentido de la oración precedente con la siguiente, el segundo marca un cambio de rumbo y facilita la progresión temática. El tercero marca el final del texto, indica que el tema tratado ha finalizado de manera completa. Es importante tener en cuenta que el uso del PUNTO FINAL ha ido perdiendo fuerza con los años y tiene fecha de caducidad, debajo del punto existe ahora una leyenda que indica “Consumir preferentemente antes del año de su fabricación”; la postmodernidad ha devaluado al PUNTO FINAL y lo ha reemplazado por los PUNTOS SUSPENSIVOS con todo su valor inconcluso. EL PUNTO SEGUIDO paulatinamente perdió la fuerza de separar oraciones y ahora está prácticamente reemplazado por el PUNTO Y COMA que indica una pausa mayor que la COMA(que dura un suspiro) y menor que el PUNTO. El PUNTO APARTE, ha delegado sus funciones en el PUNTO SEGUIDO, porque su utilización implica cierto compromiso, es dar el próximo paso y no todos están preparados para usarlo y sostenerlo. Es decir, los tiempos modernos han generado un enroque de los distintos tipos de PUNTOS que complica seriamente la comunicación en ocasiones precisas; porque los PUNTOS, cuando no van sobre las “íes”, deben encontrar un lugar en el discurso, de lo contrario vagan por la galaxia gramatical, se posan en cualquier lado y generan situaciones confusas.
Por ejemplo: SITUACIÓN 1: Si a Menganito le damos el beneficio del PUNTO Y COMA, en lugar de exigirle un PUNTO SEGUIDO, es factible que susurre una noche cualquiera “el que no se escondió, se embroma” y nos sacuda un PUNTO FINAL en el entrecejo.
SITUACIÓN 2: Si, en cambio, le pedimos a Fulanito un PUNTO APARTE en la relación porque es tiempo de dar un paso más, seguramente nos responda con tres PUNTOS SUSPENSIVOS eternos, cíclicos que nos condenen a seguir remando en un mar de signos de interrogación con alguna exclamación que, de cuando en cuando, y acostándolas, nos sirvan de madero al cual abrazarnos para no ahogarnos (mucha más digno abrazarse a un signo de exclamación que a una puerta de baño químico como Tom Hanks en “Náufrago”)
SITUACIÓN 3: Si encontramos a Sultanito entre PARÉNTESIS recostado en una RAYA DE DIÁLOGO con alguna COMA y lo fulminamos con un PUNTO FINAL, seguramente nos dirá entre COMILLAS, que eso no era lo que parecía y blandiendo un SIGNO DE EXCLAMACIÓN se victimizará una y otra vez separando entre COMAS sus lamentos hasta que, preocupado por su futuro de eterno dependiente emocional, nos anuncie con un anillo su majestuoso PUNTO APARTE que borrará con el codo a falta de Liquid Paper para dejarnos tres PUNTOS SUSPENSIVOS entre PARÉNETESIS que indiquen un salto en la narración de esa historia. Salto que jamás conoceremos porque es posible que estos PUNTOS indiquen también, el final abrupto de un fragmento.” Los ejemplos se suceden unos tras otros en el Ensayo del Área de Investigaciones Sociológicas, pero no queremos abrumar a nuestros lectores, por eso, prometemos continuar en otras entregas con este interesante estudio de la Gramática y las relaciones humanas. Las dejamos meditando en qué PUNTO tienen al lado, en qué PUNTO querrían poner y en qué PUNTOS les han puesto hasta ahora.
La Cofradía no le teme a los finales abiertos (algunos de sus miembros han vivido finales de más de diez años) por eso: TRES PUNTOS SUSPENSIVOS para el final de este artículo entonces

25 junio 2008

La Cofradía del Ovario PRESENTA: EL DÍA DESPUÉS DE MAÑANA (Catástrofes cotidianas)

Con el tiempo he llegado a pensar que mi vida diaria (hablo como representante de la Cofradía pero tomándome como ejemplo de todo el conglomerado ovárico circundante) está plagada de augurios apocalípticos que decido no ver para poder seguir yugándola sin meditar demasiado en lo que está por venir (así, separado o todo junto: “en el porvenir”), porque a veces una cuota de voluntaria ignorancia, lejos de ser un defecto, es un bálsamo terapéutico que cae sobre nuestro intrincado e inextricable cerebrillo femenino cuando vemos venir una hecatombe. Los miembros de la Cofradía han hecho una selección del mejor cine catástrofe de los últimos años y se sientan en el sillón más cómodo de la casa, control remoto en una mano y pochochos en la otra, a ver “El día después de mañana”. La Ficha Técnica dice que la película se estrenó el 27 de mayo de 2004 y la acción transcurría el día 28 de mayo del mismo año en un congelado Hemisferio Norte que había desoído los anuncios aciagos de un geólogo (encarnado por Dennis Quaid) acerca del cambio medio ambiental que encaminaba a la humanidad a una nueva Era de Hielo (sin la simpática ardillita y su nuez, obviamente); las aguas del Océano perdían temperatura, las corrientes cálidas desaparecían, caía del cielo granizo del tamaño del Amazonas y todo el Norte se perdía en una tormenta blanca que lo dejaba cual barrita de Kani kama. La película culminaba con el geólogo rescatando a su hijo (Jake Gyllenhaal, antes de perder el invicto con el desaparecido Heath Ledger, en "Secreto en la montaña") en el corazón gélido de Nueva York, con la tan trillada imagen de la Estatua de la Libertad tapada de nieve hasta la cintura (hurto a la primera versión de El Planeta de los simios con Charlton Heston, porque la versión de Barton todavía estoy tratando de decodificarla). Si de cine catástrofe se trata, esta película contó con una movida marketinera importante por jugar con la fecha del estreno y la del relato, por lo demás es la historia del padre ausente que se despierta de su abulia cuando el hijo está en peligro y camina durante días en la nieve para encontrarlo, muy american way; pero vamos a ver cómo la interpreta la Cofradía, que con las catástrofes la tiene tan clara que bien podría formar parte del escuadrón de Cascos Azules de la ONU. Así como en todo cine de estas características NADIE LEE LAS SEÑALES DE ADVERTENCIA, en la vida real ocurre casi siempre los mismo: detalles del tamaño de un Mamut pasan inadvertidos. Es que en determinados lugares del país, la boludez es endémica y a diferencia de la hemofilia, la transmiten los hombres y la padecen…las mujeres. Sería tan fácil prever ciertas catástrofes si entendiéramos las señales que nos tiran en el rostro Dios, dios, Buda, Alá, las Moiras, los oráculos, las tarotistas o Ludovica en su Horóscopo, es más ahora hasta por mensaje de texto se puede recibir el vaticino del destino; pero no, por pelotudas terminamos siempre el día después del quibombo, hundidas en un té de tilo diciéndonos: “Lo que no llego a entender es cómo no me di cuenta antes”. Porque lo verdaderamente importante no es el día “D” sino el día “C” y el “E”. Abecedario aparte: el día antes (cuando se nos avisa) y el día después, cuando ya pasó y tenemos que apelar al pegamento más fuerte, (el Pulpito no sirve para nada, uno más fuerte) para salir de la cama enteras. Hay señales que auguran un desastre, existen hechos que permiten escuchar los cascos de los jinetes apocalípticos y no les damos pelota. Algunos integrantes del G. P .S (Grupo de Autoayuda para Sobrevivientes de catástrofes emocionales de la Cofradía) nos han dado su testimonio y les damos a continuación algunos ejemplos para que todas aquellas amigas de la Progesterona que leen el Blog aprendan a decodificar ciertas señales antes de salir a la calle.
  1. Si mamá te despierta un sábado a las 8 de la mañana diciéndote: “Cuidame la salsa porque tengo que ir a buscar al abuelo que fue a suicidarse y no lo podemos encontrar”, salí preparada a la calle, cosas así no se oyen todos los días (por cierto, mamá encontró al abuelo esa mañana, estaba en la Plaza onda “Hombre mirando al Sudeste”, pero la salsa se me quemó)
  2. Si salís a las cinco de la tarde de un invierno de la hostia y encontrás la goma del auto pinchada, te ponés un par de guantes, cambiás la goma y no aparece nadie a ayudarte como en las películas o si aparece, es un pobre tipo con menos sex appeal que Don Ramón del Chavo del 8, ahí tenés otra señal de que deberías cambiar el perfume o el acondicionador del pelo porque en lugar de atraer testosterona, estás atrayendo insectos.
  3. Si mientras desayuna el Fulanito de tus sueños, te dice que necesita más espacio que ahora que tiene el auto (que vos le compraste para que no tomara el colectivo mientras vos saltás de remís en remís) se va a quedar en la casa de un amigo que vive cerca del Hospital para no madrugar tanto y no te das cuenta de que en cualquier momento te hace una remake de Pollitos en fuga, padecés de una pelotudez patológica: TRATATE.
  4. Si te empieza a picar la cicatriz de la alianza en el anular izquierdo…corré, es factible que Menganito haya rebotadado con su Sultanita de turno y quiera consuelo en brazos conocidos.
  5. Si encontrás a tu ex tomando una cerveza con tu mejor amigo y charlando de mujeres en la casa de tu hermano, te quedan dos alternativas: o consultás al oculista o pedís un habeas corpus para tu hermano y tu amigo; alguien los secuestró o los abdujo una comitiva uraniana y te están haciendo creer que gozan de la compañía del enemigo; pero no te quedes sin hacer nada, estás frente a una señal imperturbable de la pérdida de memoria anterógrada que puede tener la gente bajo los efectos del alcohol etílico.

Los ejemplos son claros, como para el geólogo de la película, tenemos que leer las señales y no pensar que la casualidad existe. Nada ocurre porque sí. Nada, ni siquiera cuando, sin anestesia, te dicen: “No te necesitamos más”. Nadanadadenada. La vida se parece tanto a la Maldición de la pobre Casandra de la mitología griega: siempre diciendo la verdad y siempre ignorada...

Lo importante es tener bien claro que congeladas, hervidas, atomizadas, omitidas, ignoradas, boludeadas o envenenadas, el día después de ayer, una fuerza que reside en el centro mismo de nuestro sexo débil (¡ja!) nos saca de la cama, nos hace tomar el Actimel (por las dudas), nos planta como todos los días en la vereda de casa y si tiene ganas, hasta nos acompaña a trabajar. Así que ... a mirar para todos lados, amigas de la Cofradía, no sea cosa que El Día después de mañana nos encuentre a la madrugada, buscando una ferretería de turno que nos venda cantidades industriales de la cola vinílica que necesitamos para volver a pegar la aurícula derecha que se nos desarmó justo después de la cena. Nos vemos (o nos leemos) la semana que viene.

20 junio 2008

LA BUENA PIPA QUIERE PERO NO LA DEJAN (1001 usos de las fórmulas de cortesía)

Ayer por la mañana muy temprano llegó al Blog un encriptado mensaje de la Buena Pipa (que por razones de seguridad he quitado de la página) y como Mujer Marca ACME de buena cepa, no me acobardé e intenté encontrar a algún criptógrafo que estuviera de turno un jueves a esa hora pero no encontré a ninguno (al parecer estaban todos tratando de descifrar todavía el Código Da Vinci y no estaban disponibles); así que apelando a mis conocimientos (basados en sopas de letras y crucigramas autodefinidos), logré interpretar el mensaje en cuestión. Al parecer a la Buena Pipa no le habían permitido llegar al Blog: le habían contado el Cuento de la Buena Pipa que quiere llegar al Cuento de la Buena Pipa y había quedado atascada en un laberinto semántico. Cuando comprendí la primera línea confieso que casi sentí que colapsaba: sin la Buena Pipa… ¿Cómo existiría El Cuento de la Buena Pipa?; pero después pensé que lo mejor era explicar en la entrada de hoy por qué era que la Buena Pipa no había podido llegar a tiempo y no pude dejar de pensar en esa maravillosa frase del narrador de “El Sur” de Borges: “Ciego a las culpas, el destino suele ser despiadado con las mínimas distracciones.”
Y la Buena Pipa se distrajo, parece que dio por sentado que le permitirían entrar al Blog, justamente porque era su Blog, pero para quienes la detuvieron esto no era razón suficiente para dejarla pasar.
La habían mandado a buscar material a Gualeguaychú, porque con esto del paro de transportes estaba desabastecida de anécdotas y de cuentos de la Buena Pipa y pensó que ahora que los chacareros estaban al pedo al costado de las rutas podría conseguir allí alguna historia de batatas y nabos o de cerdos y novillos que le sirvieran para amenizar la columna de los jueves. Cuando llegó, la recibieron con los brazos abiertos. Nada mejor para mantener viva la llama de un conflicto sin sentido que una Buena Pipa. Estuvo escuchando entre mate y mate hasta que la acidez pudo más y pidió un jugo Ades para matizar los amargos que se estaba clavando pero le respondieron que no tenían, que ahí no compraban porque la soja no tenía mucha aceptación, que si quería le conseguían una Cindor o una Sancor con pajita. Por la noche quiso volver pero había quedado detrás de la línea de la Gendarmería y no la dejaban pasar:
Buena Pipa: ¿Me dejás pasar? Ellos: Yo no te pregunté si querías pasar, yo te pregunté si querías que te contara el Cuento de la Buena Pipa.
La Buena Pipa se paralizó con su propio veneno, había caído en la Maldición del Relato Enmarcado y sabía que estaba atrapada en medio de la ruta. Apelando a sus encantos, trató que le permitieran subir a un camión que traía papel desde Misiones y que había esperado dos horas al costado de la ruta, pero no la dejaron. Estaba entrando en desesperación cuando vio que De Angeli salía en avión para el programa de Mirtha Legrand, se coló en el alerón de cola y llegó a Aeroparque ilusionada con que tal vez llegaría a destino. Quiso tomar un taxi pero estaban de paro. Buscó un colectivo que la dejara cerca del Blog pero las empresas de transporte habían discontinuado los servicios porque no tenían combustible. Entonces empezó a caminar hacia el sur, porque la Buena Pipa vive en el sur, hasta que tuvo que detenerse nuevamente. Ya era miércoles, en la Plaza de Mayo había joda y ella no sabe cómo quedó abrazada a la Pirámide central rodeada de gente que no le PERMITÍA pasar. Tragó cantidades industriales de papelitos celestes y blancos que junto con el mate que había tomado en Gualeguaychú, generaron un hongo atómico en su estómago. Agotada aprovechó la desoncentración después del discurso de la Presidenta y logró escabullirse en uno de los micros que habían llevado a la gente del sur a la Plaza, pero el colectivo quedó varado en mitad del puente que une Capital con provincia porque una Comisión de Vacas Autoconvocadas a la mesa de enlace habían quedado en mitad del puente y ni la policía federal ni la bonaerense se ponían de acuerdo en quién tenía que actuar porque no sabían de quién era la jurisdicción hasta que no se realizaran las mediciones correspondientes. Uno de los policías llamó a un agrimensor que tardó horas en llegar. La Buena Pipa bajó del micro, saludó a las Vacas Autoconvocadas que pedían llegar al estudio de Mirtha para dar su opinión acerca del conflicto de las retenciones y empezó a caminar. El jueves bien temprano llegó al Blog y se disponía a entrar (imaginen el material que tenía para contar) pero quienes custodiaban celosamente la puerta no le PERMITIERON INGRESAR porque se reservaban el DERECHO DE ADMISIÓN Y PERMANENCIA DE CIERTAS PERSONAS EN EL BLOG. La Buena Pipa estalló en una carcajada que hizo temblar los cimientos de la web pero los patovicas no la dejaron pasar, la acompañaron en un carrito (como esos que se usan para jugar al golf) hasta la barrera de la entrada y le ROGARON que no apareciera más por allí porque el encargado de los BLOGS (vaya uno a saber quién era) la acusaba de haber RENUNCIADO A SU TRABAJO para irse de vacaciones a Entre Ríos y por eso ahora no le PERMITÍAN ingresar al Blog. Hasta ahí contaba la Buena Pipa en su mensaje, después (con letra despareja porque lo tuvo que escribir sobre la barrera de entrada) había una cita que comprendí más tarde (y no pude no reír hasta el calambre), también de Borges, también de “El Sur”:
“A la realidad le gustan las simetrías y los leves anacronismos” Ya he pasado el dato y el porqué de la ausencia de las andanzas de la Buena Pipa esta semana. Ahora me voy a ver si logro que le PERMITAN ingresar, aunque sea para saludar y sacar sus cosas del escritorio. Hasta la semana que viene.

18 junio 2008

La Cofradía del Ovario PRESENTA: PADRES DE PELÍCULA (Antología ESPECIAL DÍA DEL PADRE)

Antes de comenzar esta breve antología, debemos aclarar que La Cofradía se ha tomado este tiempo de reflexión (en realidad, creo que no quiere confesar que se tomó el feriado del lunes) para repasar algunas de las versiones cinematográficas de Hollywood acerca de los padres y su relación con los hijos/as, o por lo menos, lo que para esta Cofradía representan en el mundo real. En este remixado de films que nos proponemos queremos mostrar las distintas facetas de la paternidad así como los diferentes arquetipos de progenitores que nos rodean y a veces, nos tocan en suerte. La selección que hemos realizado es aleatoria y comprende cinco películas que responden casi a modo de decálogodividido2 a cinco modelos de padres (algunos no admiten este término pero… bueno, vamos a generalizar para evitar susceptibilidades):

  • Papá por siempre (en inglés se tradujo como Mrs. Doubtfire): la historia cuenta la vida desordenada de un padre que ama profundamente a sus hijos, pero descontroladamente, cosa que exaspera la vida de su mujer al punto de ser la causa del divorcio. El padre de los tres hijos que ha tenido la pareja (protagonizada por Sally Field y Robin Williams) hará lo imposible por estar cerca de su cría, aunque esto implique vestirse de tierna ancianita que hará las veces de institutriz y confidente de su ex esposa. Disfrazado es el padre ideal, pero no pueden reconocerlo. La máscara le enseña a ser lo que debería haber sido antes de armar tamaño lío con jueces y asistentes sociales incluidos. Yo conozco un par de Mrs. Doubtfire, de ellos rescatamos el amor incondicional. El exceso de amor puede incomodar pero no ha matado a nadie (hasta ahora), así que quienes entren en esta categoría: a limpiar la casa, a dejar las tetas de goma (que se incendian con facilidad) y a no intentar ser súper padres, a sus hijos les alcanza con que sean simplemente “sus” padres.
  • Lo que ellas quieren: con el ex bonito de Mel Gibson que, cuando sus delirios místicos para contrarrestar los efectos del alcohol lo dejan, puede interpretar muy bien su rol de comediante. Este personaje que raya en la misoginia, a raíz de un shock eléctrico puede leer las mentes femeninas y él que hasta ese momento había figurado para su hija solamente en el certificado de nacimiento, se da cuenta de lo que ella piensa de él y el espejo le rebota en la cara de manera tal que toma las riendas de su paternidad. Hasta aquí la versión hollywoodense de este arquetipo de padre, la realidad a veces se toma su tiempo y algunos de los hombres que como padres entran en esta categoría, recién aprenden a entender qué cuernos querían sus hijos o qué necesitaban, cuando ya viejos, ven que sus hijos tratan de hacer todo lo contrario. Son los eternos inmaduros, constipados emocionales que viven para ellos y no miran más allá de sus narices hasta que un shock eléctrico los pone en su lugar. Lo cierto es que nosotras no podemos andar enchufando padres a 220 en la vida porque lejos de despertar con Sinatra en la cabeza (como en la película), pagaríamos una condena extensísima y nuestros hijos quedarían sin padre y con una madre presa. No hay que perder la esperanza de que un rayo, un baldazo de agua o un buen psicólogo los haga salir de su propio ombligo y empiecen a ser padres.
  • El padre de la novia: tal vez el papel más dulce de Steve Martin que desempeña el rol de un padre y esposo adorable que necesita asegurarse de que su hija queda en buenas manos, enredándose en infinidad de situaciones ridículas sólo para asumir que su nena creció y que necesita empezar una familia. Lo que él no sabe es que ya le enseñó todo lo que tenía que saber y que ella lo tiene que poner en práctica simplemente. Soy capaz de imaginar y proyectarme y creo conocer a alguien que entraría en esta categoría, pero aún tiene tiempo de sobra para cambiar pañales, sostener chupetes y prestar el dedo para que su hija se agarre fuerte de él antes de dormirse; le quedan muchas hamacas y copos de azúcar antes de que le presente a un Fulano cualquiera que le dé las Buenas Noches en la boca antes de acostarse. A este arquetipo de megapadre, toda mi admiración y la de la Cofradía en pleno; pero le dejo un consejo: be quiet, brother!! La tranquilidad de estos tipos de padre debe residir en la seguridad de lo que han criado y en cómo lo han hecho.
  • Mentiroso mentiroso: un Jim Carrey desopilante que nos muestra un padre que quiere mucho a su hijo pero que antepone el trabajo a todo y que olvida fechas, aniversarios, etc. Y no por cretino (aunque la repetición de olvidos involuntarios raye en la hijoputez a veces) sino por estúpido, se priva de compartir con su hijo cosas que no se recuperan más: el primer paso, el primer diente, el primer porrazo. Son aquellos que por nabos disfrutan apenas de la segunda versión de esas primeras veces en las que no estuvieron. En la vida real no hay hechizos que permitan entender que los hijos crecen sin esperar a que terminen de atender el consultorio, que finalice la reunión con los japoneses que vienen a poner la plata en la empresa o acabe la audiencia en tribunales. Como decía Heráclito, todo es un devenir y el tiempo perdido no vuelve. Así que quienes entren en esta categoría: a organizar la agenda que la vida de los hijos no la diagrama el timetable de una secretaria, la vida con ellos es ahoraahoraahora, tan ahora que ya pasó.
  • Por último, nos queda (a modo de homenaje) Erin Brocovich: que le valió el Oscar a una pulposa y pelirroja Julia Roberts, una clase de padre que abunda bastante pero que no festeja su día el tercer domingo de junio: las madres-padre. Son madres que con todos los defectos que poseen, se reservan la virtud de ser (como pueden) ambas cosas; en el fondo no es que ocupen el rol de padre, simplemente tratan de compensar el espacio en blanco para que los huecos duelan menos. Hacen lo que pueden, como la protagonista de la película. Podrían graficarse como en esos pasajes de Tom y Jerry, cuando el condenado ratón le tira todas las cosas al gato para que éste las ataje y no caigan al suelo haciendo un ruido espantoso que despierte a la dueña de casa y obligue a Tom a pasar la noche afuera. En esas escenas el gato quedaba haciendo equilibrio con una cantidad inimaginable de platos y copas en las manos, patas y cola; a veces se le caía todo, a veces, no; a veces sólo un par de vasos. Las madres- padre son así, se les puede caer algo al suelo, pero tienen una cintura muy elástica y lo levantan. Se doblan pero no se parten. Todo mi respeto a estas madres y feliz día también, porque gozan del esquizofrénico privilegio de ser las que retan y dan el permiso y porque sólo respirando les dan a sus hijos el ejemplo que otro no pudo darles ni siquiera apareciendo en un papel.

Nos quedan en el tintero (o en el teclado) muchas películas con padres protagonistas pero la Cofradía no quiere aburrir a sus lectores y prefirió un remixado para homenajear a los padres en su día. Porque tengan el que tengan, entren o no en estos arquetipos de película, nuestros padres son eso: nuestros padres. ES LO QUE HAY, dirían los miembros más jóvenes de esta Cofradía, y han contribuido con presencia (o con ausencia en ciertos casos) a ser lo que somos.

¡Hasta el lunes que viene, amigas de la progesterona!

12 junio 2008

La Buena Pipa hace shopping (como puede)

Desde que se instauró en el mundo esta cuestión de la oferta y la demanda, a las mujeres se las ha tildado de consumistas, de comprar todo aquello que parece innecesario y todo aquello que parece necesario…para ellas. Es así que se apilan en armarios inexplorados infinidad de objetos inútiles que duermen allí por estar altamente capacitados para desempeñar tareas que bien podrían ser cubiertas por un tramontina de mango de madera o una pinza de depilar. No es difícil encontrar aquel “Sacasemillas de Uvas Chinche” que compramos de oferta en el bazar chino de la esquina y que no usamos jamás porque no tenemos una parra en 100 Km. a la redonda; o la caja de 1000 ballenitas para cuellos de camisas de hombre que compramos cuando creíamos firmemente que formarían parte de nuestro ajuar el día que nos casáramos y allí quedaron para vender algún día como antigüedad en San Telmo; el frasco con cierre a presión que quedó de adorno porque nunca pudimos sacarle la tapa para guardar algo, etc.. Sin embargo, más allá de esta creencia popular de la compulsión femenina a adquirir cosas que después les complican la vida o no les sirven para nada (cónyuges aparte, claro está), existen mujeres que sufren cada vez que deben salir al mundo de la compra – venta y que en raras ocasiones encuentran lo que buscan para volver a casa con la frente marchita. Antes de que la Buena Pipa entre al probador ante el hostigamiento de las vendedoras de ropa, hagamos una breve clasificación de las mujeres a la hora de salir a comprar. Dentro de la amplia gama de matices femeninos podemos encontrar tres arquetipos que se definen por oposición y pueden estar al lado nuestro cuando salgamos de shopping. Son tres: La Venus Visa: es aquella que convencida de su statu quo de diosa pagana, entra en los locales blandiendo la Visa Gold cual templario y empieza a sacar (ella sola) la ropa de los estantes y se lleva medio stock del local al probador. A la Venus Visa no le importa que otras tres o cuatro personas estén esperando a ver si ella se decide a llevar o no esa camisa que se probó tres veces y que ha quedado para untarla en Woolite. Nonono, la diosa no está para nimiedades, así que sigue. Tal vez no compre nada, tal vez se lleve todo porque como toda divinidad posee la impunidad de su arbitrio volátil y nadie se anima a decirle nada porque la Visa le sirve de escudo protector. La Señora de al lado: es aquella que sale porque sí, no tiene ese status de la diosa pero sale igual porque no le importa. Puede pagar cash o con tarjeta, da lo mismo pero cada vez que le pida algo a la vendedora lo mirará como si le estuviera ofreciendo bosta al croché; le buscará todos los detalles a la costura, manchas inexistentes, para decirle después que no, que mejor no lleva nada porque la atención deja mucho que desear. En la mayoría de los casos, estas Señoras de al lado ejercen en los negocios el poder que no ostentan en casa y en lugar de hacer terapia y mandar al marido a la mierda, se la pasan complicando la existencia de las vendedoras que todavía no pudieron comerse el tostado que pidieron a las tres de la tarde para almorzar y le hacen el aguante porque el gerente de ventas las observa como el Ojo de Sauron a Frodo en El Señor de los Anillos. Las MMA (Mujeres Marca Acme): son aquellas que tuvieron que salir a comprar aunque lo detestan porque si no hacen un gasto con la tarjeta que recibieron sin pedirla, les cobran una multa y prefieren, por lo menos, gastarlo en algo que les guste. Las MMA no se fijan en cómo van vestidas (jean y zapatillas suele ser su uniforme) nos son ni la Señora de al lado ni la Venus Visa, pero guardan su dignidad y ajenas a los códigos de los locales de venta de ropa, entran en ese mundo de pespuntes, de mangas tres cuartos y vendedoras de sonrisa incrustada entre los dientes. Ellas casi nunca encuentran lo que buscan y por eso hoy La Buena Pipa salió de shopping con estas MUJERES MARCA ACME que, sin lugar a dudas, son las que hacen también las compras del Día del Padre para media familia y quedan envueltas en inimaginables Cuentos de La Buena Pipa dentro del probador. La MMA abre la puerta del local de ropa porque acaba de ver una remerita azul que le gustó (es raro que algo le llame la atención a la MMA así que hay que seguirle la corriente, ENTREMOS), La Buena Pipa sabe que debería avisarle a la MMA que está por entrar en un “cuentodenuncaacabar” pero no lo hace porque si no el experimento se le va al demonio y su hipótesis se desmoronaría como “un montón de piedras” (like Peter Páramo), además, en el fondo, creo que La Buena Pipa no es tan Buena y que el adjetivo es una simple formalidad. ENTRAMOS… Hay tres vendedoras en el local, la MMA entró antes que la Venus Visa pero por razones jerárquicas la atienden las tres primero a ella. La MMA se quiere ir, pero la remerita le gustó y además si no gasta algo con la tarjeta se come una multa de 150 pesos, no way, allí se quedará. Diez minutos después de que la Venus Visa se ha metido en el probador, una de las vendedoras se percata de la presencia de esta mujer y empieza el cuento que La Buena Pipa ha ido a buscar. Fulanita (la vendedora: jean calcado al cuerpo, chicle interdental y la remera blanca que seguramente le quitó a su Barbie Malibú, porque es minúscula): “¿Te puedo ayudar en algo?”; la MMA piensa en todas las cosas que necesita pero ahora es sólo la remerita lo importante así que responde: “Quería ver esa remerita que tenés en la vidriera, en azul”; y Fulanita (moviendo el chicle hacia el canino izquierdo): “Mmmmmmmm, a ver, esperá que me fijo en depósito”, Fulanita baja y su catábasis dura una eternidad porque mientras ella no estuvo, la Venus Visa pagó los tres jeans, las cinco remeras y los dos pares de zapatos que se probó y se fue. Vuelve Fulanita con una musculosa verde oliva: “Sabés que no tengo esa remerita en azul pero tengo esta musculosa en verde oliva que está genial y te quedaría bárbaro cono este jean color berenjena y el suéter rojo tomate”; y la MMA: “No, pero yo quería la remerita azul de manga larga” y Fulanita: “Pero este conjunto es soñado, entrá y probatelo”; la MMA ha aprendido a resignarse y en el fondo sabe que ha caído en el cuento de la Buena Pipa pero trata de manejar el Panic Attack y entra en el probador. Primero la musculosa verde oliva, después el jean color berenjena, cuando se está por terminar de subir el pantalón la vendedora, con la impunidad de su rango, le abre la cortina del probador y le pregunta: “¿Y, cómo va?” a lo que la MMA le responde: “Subiendo”, pero Fulanita no capta la ironía y sonríe. La MMA sale del probador con el jean berenjena, la musculosa verde oliva y el suéter rojo tomate y lejos de sentirse una diosa, se siente un plato mediterráneo y vuelve a preguntar: “¿En otro olor no tendrás esa remerita de vidriera?” Fulanita, la mira extrañada; la MMA parece ser inmune a su estrategia y termina diciéndole que la vidriera es de la semana anterior, que las remeritas de oferta se acabaron y que mejor debería llevarse algo de lo que tiene puesto que le queda bárbaro. La MMA vuelve al probador, se saca el disfraz de ensalada griega y vuelve a su jean y a sus zapatillas. Sale cansada, los probadores son muy chicos y las maniobras que uno debe hacer dentro de ellos equivalen a una sesión de spinning. Está decidida a gastar algo con su tarjeta de crédito. Entra en otro local, el de enfrente. La única variación entre Fulanita y Sultanita es el color de la remera, la de Sultanita es roja. “Hola, qué tal. Quería esa remera azul que tenés en vidriera, en talle dos, por favor.” La MMA está contenta porque habló de corrido y la vendedora le dijo que ya se la traía. Siente que está venciendo el oráculo, no ve que la Buena Pipa disfrazada de Sultanita le trae la remerita que en apariencia es la que ella pidió, es la misma de vidriera, es azul y se la da. “Probátela” le dice Sultanita. Inocente, la MMA entra en el probador y advierte que ha quedado presa dentro de la remera azul, recuerda aquel maravilloso cuento de Cortázar en el que un hombre se ahoga en un suéter azul y le empieza a faltar el aire. Saca fuerzas y logra pasar la cabeza y el torso dentro de la remerita. Sale del probador con la apariencia de un matambre cianótico y le pregunta asombrada (pensando que su madre y su tía tienen razón y debería hacer más ejercicio físico) a la vendedora: “¿Éste es un talle dos?”; Sultanita le responde que no, que era una XS pero que le quedaba bárbaro que lo llevara. La MMA vuelve al probador pensando que si para algo le queda “bárbaro” es para lograr el récord de apnea. Como puede se lo saca y se va. Sultanita no entiende por qué si le quedaba genial la remerita tres talles más chica. El cuento de la Buena Pipa también entra en los probadores con las Mujeres Marca Acme y disfruta del eterno ciclo de la boludez humana que nace, crece, se reproduce y muere para volver a nacer. Para algunas personas, salir de compras no es una dicha, antes bien es una condena, una pena que deben purgar, una culpa que deben expiar de cuando en cuando entrando en un aterrador Cuento de La Buena Pipa y los locales de venta de ropa.

Sin embargo, a veces, cuando nadie los ve, cuando la Buena Pipa descansa y los hados juegan al Black Jack con San Expedito en la mesa de billar de San Pedro, todos aquellos seres marca ACME, salen de compras y encuentran lo que buscan. Es su momento de gloria, en su cabeza suena “We are the champions” de Queen y blanden su bolsita como un trofeo. Son felices, porque, después de todo...“para todo lo demás… está Mastercard.”

09 junio 2008

La Buena Pipa y La Cofradía del Ovario PRESENTAN: DE BODAS Y OTRAS CEREMONIAS (Antología)

Como una paradoja más en mi destino de solitario número primo (divisible sólo por sí mismo), este fin de semana, me la pasé viendo películas en cuyo título figuraba la palabra “boda”, “novia” y “amigo”. No es que estuviera pagando una culpa kármica (o sí, no sabría decirlo con certeza) sino que la casualidad y el ingrato azar me obligaron a enfrentarme con bodas de película, amores de pantalla y realidades utópicas con felicidades siempre prestadas y de otras. Empecé el viernes con “La boda de mi mejor amigo”; aparentemente, tengo un problema de masoquismo incipiente y me engrampé el viernes a la noche viendo cómo a Julia Roberts se le iba el amor de la mano de una blonda pelotuda que lejos de ser molesta era absolutamente adorable y tuve un deja vú. Como en “Matrix”, los deja vú no son buenos augurios (toda repetición demuestra que el sistema está alterado y eso jamás es bueno) y llegando a la madrugada la cosa se puso fea, por eso puse “mute” cuando ella y su amigo gay empiezan a cantar “I said a little prayer for you” de Gloria Gaynor. Fue demasiado. El sábado pintaba mejor hasta que se me ocurrió ir al cine y… ¿Qué veo en cartelera? La contrapartida masculina de la película de la Roberts. En esta versión, “Quiero robarme a la novia”, un papafrita marca cañón (cuyo mayor mérito era ser el bonito de Grey’s Anatomy), dejaba ir a su amiga de siempre con otro hasta que se daba cuenta de que era la mujer de su vida y le confesaba su amor frente al Lago Ness en plenas colinas escocesas. La historia me hizo pensar en que si quería un Happy End para mí, tenía que viajar a Hollywood, porque de este lado de la pantalla, el papafrita nunca nos ataja en el altar; nos saluda en la fiesta como si nada o nos lanza una mirada de palomo a medio emplumar, nos endulza el oído cuando sabe que ya le juramos fidelidad a otro y obviamente nos echa encima todos los galgos que encuentra sólo para confirmar que está a salvo de cualquier compromiso porque ya le dijimos el “hasta que la muerte nos separe” a otro y no a él. Nada de caer a caballo en medio de la ceremonia para frenarnos; tal vez hasta baile el vals con nosotras, nos saque la liga y se la ponga nuestra prima solterona. El domingo ya había confirmado en mí una importante necesidad de demostrar que era inmune a la felicidad ajena y me senté hora y media a mirar una comedia que claramente admitía el mote de “nolaalquileespereaqueladenenclable”. Se llama “27 bodas” y cuenta la historia de una inocente enamorada del tipo equivocado (deja vú again) que era la dama de honor de cuanta boda había, pero jamás se había comprometido en una ceremonia que la tuviera como protagonista (otro deja vú y van…); como no podía ser de otra manera, pensé que era demasiada la coincidencia y comencé a hurgar en la videoteca de la Cofradía del Ovario y encontré (aunque la película era inglesa) el resumen, el génesis de esta cuestión hollywoodense de las bodas, las novias, las damas de honor y toda la parafernalia de los casamientos cinematográficos: “Cuatro bodas y un funeral”. Pero como la Cofradía tiene además una ficha de cada uno de sus miembros, no pude hacer otra cosa más que ver los Currículum Vitae de cada una de las integrantes y las correspondencias con la película (diferencias más o menos) empezaron a saltar como cornalitos en aceite. Resumen argumental: Londres. Un grupo de amigos van a sucesivas bodas en las que van encontrando o desencontrando amores. En medio de una de la tercera boda, uno de ellos muere y la cuarta boda termina a las patadas, para que los protagonistas Hugh Grant (antes de que se conocieran sus chanchullos non sanctos con prostitutas afroamericanas en autos de poca monta) y Andie Mac Dowell (antes de L’Oreal París: “Porque yo lo valgo”) se juren amor eterno lejos del papeleo matrimonial. Hasta ahí, el argumento hiper-resumido del film, pero veamos qué interpreta la Cofradía de esta historia y de las historias de sus integrantes. Yo conozco a uno de los miembros más renombrados de la Cofradía cuya vida le daría de comer a varios guionistas que serían acusados de abusar del Realismo Mágico si contaran su historia en el celuloide. Ella misma ha permitido que (obviando nombres propios, de más está decirlo) tomemos su vida como ejemplo para demostrar una vez más que muchas historias de película viven en el barrio. La vida se compone de ritos que repetimos hasta el cansancio y que nos van modelando a su antojo como si fuésemos una especie de Gólem sin voluntad propia hasta que alguien nos borra una letra de la frente y caemos al suelo hechos un puré de arcilla amorfo. Esta ovárica amiga de la que hablábamos antes, ha estado signada por las ceremonias y los ritos… de otros.
Ella empezó al revés, no como en la película; no fueron cuatro bodas y un funeral. Fue una “Casi boda”, dos bodas (de otros, obvio), un par de bautismos y dos o tres Navidades (algún Año Nuevo hubo, creo); del funeral zafó (aunque una vez asistió a las exequias del canario amarillo de su abuela) y… sobrevivió para contarlo: La CASI BODA (suya, para más datos) podría resumirse en: “Raspe aquí, otra vez será.” PRIMERA BODA: se casaba su ex. Ella ni enterada; se lo dijo la modista, cuando se fue a probar el vestido que se estaba haciendo para el casamiento de su hermano. SEGUNDA BODA: se casa su hermano con la hermana de su ex. Al casamiento concurre su ex con la esposa. Momento del vals; La novia baila con su hermano y el novio con su hermana: MOMENTO KODAK, el fotógrafo gatilla y la historia los inmortaliza. Fue lo más cerca de bailar un vals juntos que estuvieron (las Moiras no sólo son Parcas, son tres hijas de su madre que se ríen de gente como ella cada vez que pueden); ahora es una de las pocas mujeres que conozco en esta Cofradía que pueden decir sueltas de cuerpo que han tenido un hijo con su concuñado y siguen … ¡¡¡SOLTERAS!!! No hay dudas, esta integrante de la Cofradía podría ser también una Mujer Marca ACME pero no quiere invadir territorios y prefiere el anonimato. Ha tenido su propia película de bodas y ceremonias, y… ¡Hollywood, tan tranquilo! Harta de bodas ajenas, de arroz de utilería y de pétalos de rosa salpicados por playas y alfombras rojas, abandono las restricciones de mi formación académica buscando burlar a los hados y abro con desesperación la versión 2008 del Horóscopo Chino de Ludovica Squirru. Busco mi año. BúfaloBúfaloBúfalo…Predicciones para el BúfaloBúfaloBúfalo. No, no está, mi libro vino fallado, y en el lugar en el que debía haber estado el vaticinio inexpugnable de la buenaventura hay un cartel que dice: “Seguí participando”.

05 junio 2008

La Buena Pipa y las tarjetas de crédito

En el sueño yo estaba descalza, en el medio de una ruta vacía. Como toda manifestación onírica, el ridículo me embargaba al punto tal que me encontraba enfundada en un camisón rosa (yo no uso jamás camisón y menos rosa) que tenía dibujado por todas partes al amiguito de Winnie Pooh, una especie de híbrido de chancho y conejo que se llama Piglet y que es rosaaaaa. Sólo por este motivo ya el sueño adquiría el matiz de pesadilla y esperaba ver a Freddy Krugger con sus manitos afiladas asomando por algún resto del pastizal pampeano que impregnaba la geografía por la que me encontraba vagando. Nunca soñar con un Spa y treinta personas peleándose por hacerme masajes o vegetar simplemente en el agua tibia de la sesión de aromaterapia; no, eso queda para otros privilegiados cuyo cerebro, cuando duermen, abandona las restricciones que tenemos los mortales de este lado de los sueños. El mío es un condenado bufón que se me caga de risa apenas cierro los ojos. Bueno, estaba descalza, en camisón rosa (con el chanchiconejo de Winnie Pooh incluido) hasta que de pronto comenzaba a escuchar un galope atronador y detrás de una loma (mis sueños son casi biomas completos) aparecía una tarjeta de crédito de colores estridentes con mi nombre grabado en dorado en el frente. El plástico se movía sigilosa pero firmemente en la dirección en la que yo estaba. Era casi de mi tamaño (que en la vida real no será mucho para la humanidad, pero para una tarjeta de crédito era suficiente como para asustar a cualquiera) y me llamaba. Como una letanía repetía: “Sin gastos de renovación, sin gastos de renovación”; cuando me estaba por alcanzar, me desperté. Lo primero que miré fue que no tuviera el camisón rosa con el engendro estampado por todas partes; me tranquilizó ver que, como siempre, dormía con el jogging azul viejo y la remera roja con la cara del Che que mamá me trajo de Cuba hace diez años. El televisor seguía prendido y en el canal en el que había quedado había un nabo con acento de locutor de circo que vendía una plancha a vapor y comentaba con una sonrisa pegada en la cara las bondades del producto y los beneficios de adquirirla YA. Apagué la tele y me dormí. Morfeo (el único hombre con el que duermo…porque no existe) me recibió gustoso entre sus brazos fuertes de dios olímpico y a la mañana siguiente no tenía noticias ni de la tarjeta de crédito gigante ni del nabo de la plancha ni mucho menos del camisón rosa; Piglet brillaba por su ausencia. Un destino británico y pirata me ha obligado últimamente a tener tiempo libre y me dedico (además de escribir) a hacer trámites que antes hacía a las corridas y ahora uso como material de estudio, así que esa mañana salí temprano a ver si las colas en EDESUR eran tanto o más interesantes que las de METROGAS. Me puse los auriculares, buena música (cuando hago trámites siempre escucho a Kurt Cobain para convencerme de que el mundo es así para que exista Nirvana, por ejemplo); entre un servicio (¡Ja! ¡Qué palabra pelotuda en este país!) y otro estuve dos horas fuera de casa. Cuando volví mi abuelo me dice: “Recibiste un montón de correo, firmé yo por vos”; mi abuelo es un santo pero es el típico “huevo de heladera”: vive en la puerta; me filtra siempre al cartero cuando viene y recibe TODO, porque TODO le parece importante; no sabe que las cosas importantes ahora se mandan por mail y no por correo. Cuestión generacional, pero vamos a lo importante. El hecho de recibir correspondencia es siempre un vértigo porque es un síntoma de que el sistema no nos ha olvidado, de que alguien pensó en enviarnos algo. Nos dejamos llevar por la magia del sobre y el mundo epistolar nos atrapa al instante. Pero esta vez fue distinto, porque, amigos lectores (los que sean), abrir la correspondencia fue para mí empezar El Cuento de la Buena Pipa, esta vez de la Buena Pipa y las tarjetas de crédito.
PublicidadespublicidadeslapatenteelseguroTelefónica (Edesur y Metrogas ya los había pagado)Cablevisión y … ¡Zas! En el último sobre había algo diferente, era firme como de plástico duro. Lo abrí sin imaginarme que estaba abriendo la caja de Pandora del sistema de crédito en Argentina. Adentro me aguardaba una tarjeta con mi nombre impreso en letras doradas (como para hacerme creer que soy importante) con una carta en la que la Empresa LAPRIMERATELAREGALOLASEGUNDATELAVENDO S.A. me entregaba sin costos adicionales ni de renovación esa tarjeta de crédito que yo no había pedido. Para hacer todavía más absurda la situación, en la carta que acompañaba al plástico me decían que dada mi solvencia crediticia (jajajajajajajajajajajajajajajajajaja, paren paren… me tenté, uhuhu, ¡me voy a hiperventilar!, sigo) dada mi solvencia credi- jaja- ticia, me daban un límite de crédito bastante amplio y un préstamo preacordado al que podría acceder sólo con levantar el teléfono. ¿“Preacordado”? ¿Preacordado con quién? Si yo no había acordado nada con nadie y menos recibir un crédito que no podía pagar y una tarjeta que no iba a usar. ¿Habría otra de las mías (a lo mejor la multipolaridad de mi tía Laura era contagiosa), una que seguía trabajando y que había acordado con alguien tener una tarjeta de crédito y la muy guacha me dejaba el fardo a mí, porque mi domicilio figuraba en su D.N.I.? Me había adentrado en La Buena Pipa de los sistemas de crédito bancario y sus apéndices, las tarjetas, sin darme cuenta. Mientras me acordaba de mi abuelo y sus favores a la hora de recibir la correspondencia, empecé a marcar el número de atención al cliente que figuraba en la carta para cancelar la adquisición de la tarjeta que había heredado por pertenecer al sistema (o haber pertenecido) con la convicción de que una vez informados de mi negativa me harían romper la tarjeta y yo podría volver al limbo del pago CASH. Es increíble pero no aprendo más, a veces pienso que poseo cierta “virginidad bancaria” que me impide pensar que las cosas se van a complicar, especialmente cuando no dependen de mí.
Buenos días, soy Menganita en qué puedo ayudarle”, (cual cassette), Menganita me daba la bienvenida al sistema y yo: “Hola, mirá llamo para cancelar una tarjeta de crédito que me llegó pero que no pedí jamás” y Menganita: “¿Usted la recibió?” y yo: “No, mi abuelo” y Menganita: “Pero firmó la recepción del envío”; yo: “Sí, mi abuelo la firmó” y ella: “Entonces ya adquirió la tarjeta de crédito”, yo: “Pero yo no la pedí” y ella: “Pero alguien firmó que la recibía”, yo: “Sí, mi abuelo”; Menganita: “Bueno, entonces que disfrute de los beneficios de LAPRIMERATELAREGALOLASEGNDATELAVENDO S.A.”, y yo:” Nononononono, pará, yo no quiero la tarjeta , quiero cancelarla”, Menganita: “Pero la recibió, la aceptó”, y yo: “Mi abuelo la aceptó”; entonces Menganita me dice: “La tarjeta es suya, para cancelarla debe ir a la sede central que queda en Lomas del Mirador con el D.N.I, la tarjeta, una radiografía de tórax que no tenga menos de tres meses y con su abuelo, que fue el que firmó la recepción del envío, si no, no la use pero tendrá que pagar una pequeña multa de 150 pesos por no usarla.”
¡¡¡Me contó el Cuento de la Buena Pipa y yo… la ayudé!!! Indignada y tratando de no cruzarme con mi abuelo para no hacerle un harakiri con la tarjeta de crédito, me senté en sillón de la gata (le pedí permiso, obvio) y en ese momento recordé la pesadilla de la noche anterior. Sucede a veces que uno no recuerda lo que soñó hasta que algo pasa en el día y actualiza el sueño. Otra vez la imagen de la tarjeta de crédito persiguiéndome se me vino a la cabeza y ya no pude dejar de pensar que los años me habían dado como a Plácida Linero (la madre de Santiago en Crónica de una muerte anunciada de García Márquez) el poder de leer los sueños ajenos y no interpretar los míos; pero si eso era cierto… ¿qué mierda significaba el camisón con el rosado amiguito de Winnie Pooh?
No quise pensar más y salí. Ansiaba que una lobotomía de urgencia me sacara la angustia de seguir pensando que, o tenía que pagar los 150 mangos o hacer una excursión hasta Lomas del Mirador con mi abuelo en “días hábiles y horario de atención al público (de 8 a 13)”; así que caminé un buen rato hasta que me paré frente a la vidriera de la librería a la que voy siempre. Mafalda me miraba desde la tapa de una nueva Edición Aniversario y entré. Me estaban envolviendo el ejemplar cuando la empleada me preguntó automáticamente: ”¿Efectivo o tarjeta?”. “Tarjeta”, le contesté resignada. Creo que todavía lloraba cuando me senté en el banco de la plaza para ver si Mafalda me ponía una “curita en el alma” y me despertaba del mal sueño de la Buena Pipa y las tarjetas de crédito.

02 junio 2008

La Cofradía del Ovario presenta: EL PROTEGIDO (Hemos regresado... Catch your self, Catalina!!!)

Mi madre siempre ha tenido un espíritu práctico que exasperaría a Chomsky, por ejemplo. Para ella (miembro de esta Cofradía, of course) las cosas son tan sencillas que cuando enuncia sus juicios famosos asertóricos acerca de las estupideces que nos rodean, uno no puede más que reírse (por no llorar, obvio); bueno, el hecho es que mi madre, les decía, ha hecho gala de este pragmatismo hiperbólico siempre. Son famosos sus dos refranes de cabecera: “Unos nacen con estrella y otros estrellados” o “El que nace para pito, nunca llega a ser corneta.”
La semana pasada una de las lectoras de este espacio y miembro ad honorem de la Cofradía, en su comentario nos habló de una película del mismo director de Sexto Sentido que yo había olvidado (si acaso es posible) , EL PROTEGIDO, estrenada en el año 2000, también con Bruce Willis acompañado por Samuel L. Jackson esta vez. Aunque después de revisar el argumento, creo que más que olvidarla, la había omitido para no pensar con qué personaje me sentiría identificada. Así que, entre los refranes de mi madre y el comentario de mi dilecta lectora, pensé que era un buen momento para hablar de esta película y traerla a la vida real. FICHA TÉCNICA: La historia usaba como intertexto la estructura de los grandes Comics de la historia para dar sentido a la trama. En la película, encontramos a un hombre que padece una enfermedad dolorosísima: no puede recibir ningún tipo de golpe porque sus huesos se parten como cristal. Los vecinos lo apodan el Sr. Vidrio porque se rompe con facilidad. Paralelamente, en la misma ciudad, otro hombre, es el único sobreviviente de un accidente de trenes, es más, sale ileso. No recuerda haberse enfermado, parece estar protegido por algo, ser irrompible; el agua es su única debilidad (a la inversa de Aquaman) y es contactado por Elihaj (interpretado por Samuel Jackson), el Sr. De cristal que buscaba (como en toda historieta), el opuesto que justificara su existencia y su sacrificio. Para lograr esto concreta tres atentados, el último le da la razón y encuentra a su contrario: el irrompible (la peli en inglés se llamó “Unbreakable”) que obviamente es nuestro amigo Bruce. La Cofradía se puso a analizar este dicotómico juego maniqueo que se presenta en el film y encontró mil y una posibilidades de aplicar esta versión del Comic a la vida real de las amigas del Estrógeno (en este caso, vamos a incluir a los testosterónidos homínidos que nos circundan porque ellos también lo deben haber padecido…¡¡Somos tan amplias en esta Cofradía!!) A lo largo de la vida, nos encontramos (o podemos encontrarnos) con gente que funciona como nuestro EXACTO opuesto, ya sea porque es más o menos estúpida que nosotras, más o menos capaz, más o menos madura, más o menos hábil, más o menos comprometida con sus ideas, en fin más o menos pelotuda. Pero a veces, el grado comparativo (“más o menos” para los más o menos entendidos) no sirve de nada porque somos diametralmente opuestos, es decir que no somos ni siquiera comparables con otros, somos OPUESTOS. Vamos a ponerlo en un contexto, vamos a darle personas gramaticales (que en este caso son azarosas, cualquier semejanza con la realidad es una coincidencia…)
Por ejemplo: si yo soy inteligente, ella es imbécil; si yo soy eficiente, ella es inepta; si yo soy linda, ella es “pasable”; si yo soy buena, ella es”nosabenocontesta”; si yo soy madura, ella con la misma edad, sigue preguntándole a su diario íntimo si va o no a la fiesta del viernes; si yo soy coherente, ella es “tipo que …naaa”; si yo pienso y sostengo lo que pienso, ella baila con la música que le ponen (si es tango, mejor, más telúrico, queda mejor) porque , y aquí viene el último opuesto que se me ocurre: si yo soy estilo casual y “oferta” , ella es fashion estilo “no morfo pero qué bien me queda este tapadito.”
Cuántas veces nos encontramos ante dilemas casi heracliteanos cuando en condiciones iguales, dos personas tienen reacciones opuestas (algunas hacen un honroso mutis por el foro y otras... qué sé yo... se toman un avión a cualquier parte lejos del problema); creo que uno de los miembros de esta Cofradía podría ser un conejillo de indias y someterse a estudios de Carbono 14 para evaluar, por ejemplo, si todavía tiene restos de materia fecal del Pterodáctilo que se negó a ser petróleo y que la defecó hace unos años, porque no cualquiera trabaja bajo el mismo techo que su opuesto y sobrevive para contarlo.
Algunos no necesitan hacer volar trenes (Como Elihaj en El Protegido) para conocer a su opuesto. Yo lo conocí, (no es miembro de esta Cofradía, ni podría serlo porque para serlo hay que tener Ovarios, no sólo nacer con ellos) y de entrada me asustó el espejo invertido, pero después de un tiempo me di cuenta de que los espejos al revés, nos definen tal cual somos, simplemente porque no somos ESO que está enfrente, somos todo lo CONTRARIO.
Es un alivio encontrar al opuesto propio. Elihaj en El Protegido sabía que iba a ir a la cárcel e igualmente estaba feliz, porque alguien justificaba lo que él era. Los polos opuestos no siempre se atraen (eso sirve entre las sábanas y en ciertas geografías, nada más, la vida diaria es otra cosa, especialmente cuando no se trata de amores tormentosos) pero se definen unos a otros: izquierda o derecha; arriba o abajo; ahora o nunca; sí o no; amor u odio; coherencia o incoherencia, pasión o conveniencia; VOS O YO.
Mientras iba terminando el comentario me acordé del Coyote y su Correcaminos. Ésas son medidas extremas, porque el Coyote quería liquidar al Correcaminos y no hacía más que hacerse puré contra alguna roca.
Consejo ovárico: cuando encuentren a su Correcaminos, mírenlo bien (para no parecerse nunca a él) después, tomen la dirección contraria y… olvídenlo. Ellos tienen lo que a nosotros nos falta, pero lo que les falta a ellos de nosotros es mucho más importante y se aprende con “la leche templada y en cada canción.” Nos vemos la semana que viene pero antes de despedirme, no quería dejar de dar la bienvenida a un nuevo miembro de la Cofradía y esperamos sus aportes, no bien deje el chupete: Catalina, aquí te aguardamos ansiosas las integrantes de La Cofradía del Ovario.