Este blog intentará mostrar la realidad en la que nos vemos inmersos todos los días, de una manera absurda, irónica y casi casi surrealista.
30 junio 2008
La Cofradía del Ovario y los Signos de Puntuación
25 junio 2008
La Cofradía del Ovario PRESENTA: EL DÍA DESPUÉS DE MAÑANA (Catástrofes cotidianas)
- Si mamá te despierta un sábado a las 8 de la mañana diciéndote: “Cuidame la salsa porque tengo que ir a buscar al abuelo que fue a suicidarse y no lo podemos encontrar”, salí preparada a la calle, cosas así no se oyen todos los días (por cierto, mamá encontró al abuelo esa mañana, estaba en la Plaza onda “Hombre mirando al Sudeste”, pero la salsa se me quemó)
- Si salís a las cinco de la tarde de un invierno de la hostia y encontrás la goma del auto pinchada, te ponés un par de guantes, cambiás la goma y no aparece nadie a ayudarte como en las películas o si aparece, es un pobre tipo con menos sex appeal que Don Ramón del Chavo del 8, ahí tenés otra señal de que deberías cambiar el perfume o el acondicionador del pelo porque en lugar de atraer testosterona, estás atrayendo insectos.
- Si mientras desayuna el Fulanito de tus sueños, te dice que necesita más espacio que ahora que tiene el auto (que vos le compraste para que no tomara el colectivo mientras vos saltás de remís en remís) se va a quedar en la casa de un amigo que vive cerca del Hospital para no madrugar tanto y no te das cuenta de que en cualquier momento te hace una remake de Pollitos en fuga, padecés de una pelotudez patológica: TRATATE.
- Si te empieza a picar la cicatriz de la alianza en el anular izquierdo…corré, es factible que Menganito haya rebotadado con su Sultanita de turno y quiera consuelo en brazos conocidos.
- Si encontrás a tu ex tomando una cerveza con tu mejor amigo y charlando de mujeres en la casa de tu hermano, te quedan dos alternativas: o consultás al oculista o pedís un habeas corpus para tu hermano y tu amigo; alguien los secuestró o los abdujo una comitiva uraniana y te están haciendo creer que gozan de la compañía del enemigo; pero no te quedes sin hacer nada, estás frente a una señal imperturbable de la pérdida de memoria anterógrada que puede tener la gente bajo los efectos del alcohol etílico.
Los ejemplos son claros, como para el geólogo de la película, tenemos que leer las señales y no pensar que la casualidad existe. Nada ocurre porque sí. Nada, ni siquiera cuando, sin anestesia, te dicen: “No te necesitamos más”. Nadanadadenada. La vida se parece tanto a la Maldición de la pobre Casandra de la mitología griega: siempre diciendo la verdad y siempre ignorada...
Lo importante es tener bien claro que congeladas, hervidas, atomizadas, omitidas, ignoradas, boludeadas o envenenadas, el día después de ayer, una fuerza que reside en el centro mismo de nuestro sexo débil (¡ja!) nos saca de la cama, nos hace tomar el Actimel (por las dudas), nos planta como todos los días en la vereda de casa y si tiene ganas, hasta nos acompaña a trabajar. Así que ... a mirar para todos lados, amigas de la Cofradía, no sea cosa que El Día después de mañana nos encuentre a la madrugada, buscando una ferretería de turno que nos venda cantidades industriales de la cola vinílica que necesitamos para volver a pegar la aurícula derecha que se nos desarmó justo después de la cena. Nos vemos (o nos leemos) la semana que viene.
20 junio 2008
LA BUENA PIPA QUIERE PERO NO LA DEJAN (1001 usos de las fórmulas de cortesía)
18 junio 2008
La Cofradía del Ovario PRESENTA: PADRES DE PELÍCULA (Antología ESPECIAL DÍA DEL PADRE)
Antes de comenzar esta breve antología, debemos aclarar que La Cofradía se ha tomado este tiempo de reflexión (en realidad, creo que no quiere confesar que se tomó el feriado del lunes) para repasar algunas de las versiones cinematográficas de Hollywood acerca de los padres y su relación con los hijos/as, o por lo menos, lo que para esta Cofradía representan en el mundo real. En este remixado de films que nos proponemos queremos mostrar las distintas facetas de la paternidad así como los diferentes arquetipos de progenitores que nos rodean y a veces, nos tocan en suerte. La selección que hemos realizado es aleatoria y comprende cinco películas que responden casi a modo de decálogodividido2 a cinco modelos de padres (algunos no admiten este término pero… bueno, vamos a generalizar para evitar susceptibilidades):
- Papá por siempre (en inglés se tradujo como Mrs. Doubtfire): la historia cuenta la vida desordenada de un padre que ama profundamente a sus hijos, pero descontroladamente, cosa que exaspera la vida de su mujer al punto de ser la causa del divorcio. El padre de los tres hijos que ha tenido la pareja (protagonizada por Sally Field y Robin Williams) hará lo imposible por estar cerca de su cría, aunque esto implique vestirse de tierna ancianita que hará las veces de institutriz y confidente de su ex esposa. Disfrazado es el padre ideal, pero no pueden reconocerlo. La máscara le enseña a ser lo que debería haber sido antes de armar tamaño lío con jueces y asistentes sociales incluidos. Yo conozco un par de Mrs. Doubtfire, de ellos rescatamos el amor incondicional. El exceso de amor puede incomodar pero no ha matado a nadie (hasta ahora), así que quienes entren en esta categoría: a limpiar la casa, a dejar las tetas de goma (que se incendian con facilidad) y a no intentar ser súper padres, a sus hijos les alcanza con que sean simplemente “sus” padres.
- Lo que ellas quieren: con el ex bonito de Mel Gibson que, cuando sus delirios místicos para contrarrestar los efectos del alcohol lo dejan, puede interpretar muy bien su rol de comediante. Este personaje que raya en la misoginia, a raíz de un shock eléctrico puede leer las mentes femeninas y él que hasta ese momento había figurado para su hija solamente en el certificado de nacimiento, se da cuenta de lo que ella piensa de él y el espejo le rebota en la cara de manera tal que toma las riendas de su paternidad. Hasta aquí la versión hollywoodense de este arquetipo de padre, la realidad a veces se toma su tiempo y algunos de los hombres que como padres entran en esta categoría, recién aprenden a entender qué cuernos querían sus hijos o qué necesitaban, cuando ya viejos, ven que sus hijos tratan de hacer todo lo contrario. Son los eternos inmaduros, constipados emocionales que viven para ellos y no miran más allá de sus narices hasta que un shock eléctrico los pone en su lugar. Lo cierto es que nosotras no podemos andar enchufando padres a 220 en la vida porque lejos de despertar con Sinatra en la cabeza (como en la película), pagaríamos una condena extensísima y nuestros hijos quedarían sin padre y con una madre presa. No hay que perder la esperanza de que un rayo, un baldazo de agua o un buen psicólogo los haga salir de su propio ombligo y empiecen a ser padres.
- El padre de la novia: tal vez el papel más dulce de Steve Martin que desempeña el rol de un padre y esposo adorable que necesita asegurarse de que su hija queda en buenas manos, enredándose en infinidad de situaciones ridículas sólo para asumir que su nena creció y que necesita empezar una familia. Lo que él no sabe es que ya le enseñó todo lo que tenía que saber y que ella lo tiene que poner en práctica simplemente. Soy capaz de imaginar y proyectarme y creo conocer a alguien que entraría en esta categoría, pero aún tiene tiempo de sobra para cambiar pañales, sostener chupetes y prestar el dedo para que su hija se agarre fuerte de él antes de dormirse; le quedan muchas hamacas y copos de azúcar antes de que le presente a un Fulano cualquiera que le dé las Buenas Noches en la boca antes de acostarse. A este arquetipo de megapadre, toda mi admiración y la de la Cofradía en pleno; pero le dejo un consejo: be quiet, brother!! La tranquilidad de estos tipos de padre debe residir en la seguridad de lo que han criado y en cómo lo han hecho.
- Mentiroso mentiroso: un Jim Carrey desopilante que nos muestra un padre que quiere mucho a su hijo pero que antepone el trabajo a todo y que olvida fechas, aniversarios, etc. Y no por cretino (aunque la repetición de olvidos involuntarios raye en la hijoputez a veces) sino por estúpido, se priva de compartir con su hijo cosas que no se recuperan más: el primer paso, el primer diente, el primer porrazo. Son aquellos que por nabos disfrutan apenas de la segunda versión de esas primeras veces en las que no estuvieron. En la vida real no hay hechizos que permitan entender que los hijos crecen sin esperar a que terminen de atender el consultorio, que finalice la reunión con los japoneses que vienen a poner la plata en la empresa o acabe la audiencia en tribunales. Como decía Heráclito, todo es un devenir y el tiempo perdido no vuelve. Así que quienes entren en esta categoría: a organizar la agenda que la vida de los hijos no la diagrama el timetable de una secretaria, la vida con ellos es ahoraahoraahora, tan ahora que ya pasó.
- Por último, nos queda (a modo de homenaje) Erin Brocovich: que le valió el Oscar a una pulposa y pelirroja Julia Roberts, una clase de padre que abunda bastante pero que no festeja su día el tercer domingo de junio: las madres-padre. Son madres que con todos los defectos que poseen, se reservan la virtud de ser (como pueden) ambas cosas; en el fondo no es que ocupen el rol de padre, simplemente tratan de compensar el espacio en blanco para que los huecos duelan menos. Hacen lo que pueden, como la protagonista de la película. Podrían graficarse como en esos pasajes de Tom y Jerry, cuando el condenado ratón le tira todas las cosas al gato para que éste las ataje y no caigan al suelo haciendo un ruido espantoso que despierte a la dueña de casa y obligue a Tom a pasar la noche afuera. En esas escenas el gato quedaba haciendo equilibrio con una cantidad inimaginable de platos y copas en las manos, patas y cola; a veces se le caía todo, a veces, no; a veces sólo un par de vasos. Las madres- padre son así, se les puede caer algo al suelo, pero tienen una cintura muy elástica y lo levantan. Se doblan pero no se parten. Todo mi respeto a estas madres y feliz día también, porque gozan del esquizofrénico privilegio de ser las que retan y dan el permiso y porque sólo respirando les dan a sus hijos el ejemplo que otro no pudo darles ni siquiera apareciendo en un papel.
Nos quedan en el tintero (o en el teclado) muchas películas con padres protagonistas pero la Cofradía no quiere aburrir a sus lectores y prefirió un remixado para homenajear a los padres en su día. Porque tengan el que tengan, entren o no en estos arquetipos de película, nuestros padres son eso: nuestros padres. ES LO QUE HAY, dirían los miembros más jóvenes de esta Cofradía, y han contribuido con presencia (o con ausencia en ciertos casos) a ser lo que somos.
12 junio 2008
La Buena Pipa hace shopping (como puede)
Desde que se instauró en el mundo esta cuestión de la oferta y la demanda, a las mujeres se las ha tildado de consumistas, de comprar todo aquello que parece innecesario y todo aquello que parece necesario…para ellas. Es así que se apilan en armarios inexplorados infinidad de objetos inútiles que duermen allí por estar altamente capacitados para desempeñar tareas que bien podrían ser cubiertas por un tramontina de mango de madera o una pinza de depilar. No es difícil encontrar aquel “Sacasemillas de Uvas Chinche” que compramos de oferta en el bazar chino de la esquina y que no usamos jamás porque no tenemos una parra en 100 Km. a la redonda; o la caja de 1000 ballenitas para cuellos de camisas de hombre que compramos cuando creíamos firmemente que formarían parte de nuestro ajuar el día que nos casáramos y allí quedaron para vender algún día como antigüedad en San Telmo; el frasco con cierre a presión que quedó de adorno porque nunca pudimos sacarle la tapa para guardar algo, etc.. Sin embargo, más allá de esta creencia popular de la compulsión femenina a adquirir cosas que después les complican la vida o no les sirven para nada (cónyuges aparte, claro está), existen mujeres que sufren cada vez que deben salir al mundo de la compra – venta y que en raras ocasiones encuentran lo que buscan para volver a casa con la frente marchita. Antes de que la Buena Pipa entre al probador ante el hostigamiento de las vendedoras de ropa, hagamos una breve clasificación de las mujeres a la hora de salir a comprar. Dentro de la amplia gama de matices femeninos podemos encontrar tres arquetipos que se definen por oposición y pueden estar al lado nuestro cuando salgamos de shopping. Son tres: La Venus Visa: es aquella que convencida de su statu quo de diosa pagana, entra en los locales blandiendo la Visa Gold cual templario y empieza a sacar (ella sola) la ropa de los estantes y se lleva medio stock del local al probador. A la Venus Visa no le importa que otras tres o cuatro personas estén esperando a ver si ella se decide a llevar o no esa camisa que se probó tres veces y que ha quedado para untarla en Woolite. Nonono, la diosa no está para nimiedades, así que sigue. Tal vez no compre nada, tal vez se lleve todo porque como toda divinidad posee la impunidad de su arbitrio volátil y nadie se anima a decirle nada porque la Visa le sirve de escudo protector. La Señora de al lado: es aquella que sale porque sí, no tiene ese status de la diosa pero sale igual porque no le importa. Puede pagar cash o con tarjeta, da lo mismo pero cada vez que le pida algo a la vendedora lo mirará como si le estuviera ofreciendo bosta al croché; le buscará todos los detalles a la costura, manchas inexistentes, para decirle después que no, que mejor no lleva nada porque la atención deja mucho que desear. En la mayoría de los casos, estas Señoras de al lado ejercen en los negocios el poder que no ostentan en casa y en lugar de hacer terapia y mandar al marido a la mierda, se la pasan complicando la existencia de las vendedoras que todavía no pudieron comerse el tostado que pidieron a las tres de la tarde para almorzar y le hacen el aguante porque el gerente de ventas las observa como el Ojo de Sauron a Frodo en El Señor de los Anillos. Las MMA (Mujeres Marca Acme): son aquellas que tuvieron que salir a comprar aunque lo detestan porque si no hacen un gasto con la tarjeta que recibieron sin pedirla, les cobran una multa y prefieren, por lo menos, gastarlo en algo que les guste. Las MMA no se fijan en cómo van vestidas (jean y zapatillas suele ser su uniforme) nos son ni la Señora de al lado ni la Venus Visa, pero guardan su dignidad y ajenas a los códigos de los locales de venta de ropa, entran en ese mundo de pespuntes, de mangas tres cuartos y vendedoras de sonrisa incrustada entre los dientes. Ellas casi nunca encuentran lo que buscan y por eso hoy La Buena Pipa salió de shopping con estas MUJERES MARCA ACME que, sin lugar a dudas, son las que hacen también las compras del Día del Padre para media familia y quedan envueltas en inimaginables Cuentos de La Buena Pipa dentro del probador. La MMA abre la puerta del local de ropa porque acaba de ver una remerita azul que le gustó (es raro que algo le llame la atención a la MMA así que hay que seguirle la corriente, ENTREMOS), La Buena Pipa sabe que debería avisarle a la MMA que está por entrar en un “cuentodenuncaacabar” pero no lo hace porque si no el experimento se le va al demonio y su hipótesis se desmoronaría como “un montón de piedras” (like Peter Páramo), además, en el fondo, creo que La Buena Pipa no es tan Buena y que el adjetivo es una simple formalidad. ENTRAMOS… Hay tres vendedoras en el local, la MMA entró antes que la Venus Visa pero por razones jerárquicas la atienden las tres primero a ella. La MMA se quiere ir, pero la remerita le gustó y además si no gasta algo con la tarjeta se come una multa de 150 pesos, no way, allí se quedará. Diez minutos después de que la Venus Visa se ha metido en el probador, una de las vendedoras se percata de la presencia de esta mujer y empieza el cuento que La Buena Pipa ha ido a buscar. Fulanita (la vendedora: jean calcado al cuerpo, chicle interdental y la remera blanca que seguramente le quitó a su Barbie Malibú, porque es minúscula): “¿Te puedo ayudar en algo?”; la MMA piensa en todas las cosas que necesita pero ahora es sólo la remerita lo importante así que responde: “Quería ver esa remerita que tenés en la vidriera, en azul”; y Fulanita (moviendo el chicle hacia el canino izquierdo): “Mmmmmmmm, a ver, esperá que me fijo en depósito”, Fulanita baja y su catábasis dura una eternidad porque mientras ella no estuvo, la Venus Visa pagó los tres jeans, las cinco remeras y los dos pares de zapatos que se probó y se fue. Vuelve Fulanita con una musculosa verde oliva: “Sabés que no tengo esa remerita en azul pero tengo esta musculosa en verde oliva que está genial y te quedaría bárbaro cono este jean color berenjena y el suéter rojo tomate”; y la MMA: “No, pero yo quería la remerita azul de manga larga” y Fulanita: “Pero este conjunto es soñado, entrá y probatelo”; la MMA ha aprendido a resignarse y en el fondo sabe que ha caído en el cuento de la Buena Pipa pero trata de manejar el Panic Attack y entra en el probador. Primero la musculosa verde oliva, después el jean color berenjena, cuando se está por terminar de subir el pantalón la vendedora, con la impunidad de su rango, le abre la cortina del probador y le pregunta: “¿Y, cómo va?” a lo que la MMA le responde: “Subiendo”, pero Fulanita no capta la ironía y sonríe. La MMA sale del probador con el jean berenjena, la musculosa verde oliva y el suéter rojo tomate y lejos de sentirse una diosa, se siente un plato mediterráneo y vuelve a preguntar: “¿En otro olor no tendrás esa remerita de vidriera?” Fulanita, la mira extrañada; la MMA parece ser inmune a su estrategia y termina diciéndole que la vidriera es de la semana anterior, que las remeritas de oferta se acabaron y que mejor debería llevarse algo de lo que tiene puesto que le queda bárbaro. La MMA vuelve al probador, se saca el disfraz de ensalada griega y vuelve a su jean y a sus zapatillas. Sale cansada, los probadores son muy chicos y las maniobras que uno debe hacer dentro de ellos equivalen a una sesión de spinning. Está decidida a gastar algo con su tarjeta de crédito. Entra en otro local, el de enfrente. La única variación entre Fulanita y Sultanita es el color de la remera, la de Sultanita es roja. “Hola, qué tal. Quería esa remera azul que tenés en vidriera, en talle dos, por favor.” La MMA está contenta porque habló de corrido y la vendedora le dijo que ya se la traía. Siente que está venciendo el oráculo, no ve que la Buena Pipa disfrazada de Sultanita le trae la remerita que en apariencia es la que ella pidió, es la misma de vidriera, es azul y se la da. “Probátela” le dice Sultanita. Inocente, la MMA entra en el probador y advierte que ha quedado presa dentro de la remera azul, recuerda aquel maravilloso cuento de Cortázar en el que un hombre se ahoga en un suéter azul y le empieza a faltar el aire. Saca fuerzas y logra pasar la cabeza y el torso dentro de la remerita. Sale del probador con la apariencia de un matambre cianótico y le pregunta asombrada (pensando que su madre y su tía tienen razón y debería hacer más ejercicio físico) a la vendedora: “¿Éste es un talle dos?”; Sultanita le responde que no, que era una XS pero que le quedaba bárbaro que lo llevara. La MMA vuelve al probador pensando que si para algo le queda “bárbaro” es para lograr el récord de apnea. Como puede se lo saca y se va. Sultanita no entiende por qué si le quedaba genial la remerita tres talles más chica. El cuento de la Buena Pipa también entra en los probadores con las Mujeres Marca Acme y disfruta del eterno ciclo de la boludez humana que nace, crece, se reproduce y muere para volver a nacer. Para algunas personas, salir de compras no es una dicha, antes bien es una condena, una pena que deben purgar, una culpa que deben expiar de cuando en cuando entrando en un aterrador Cuento de La Buena Pipa y los locales de venta de ropa.
Sin embargo, a veces, cuando nadie los ve, cuando la Buena Pipa descansa y los hados juegan al Black Jack con San Expedito en la mesa de billar de San Pedro, todos aquellos seres marca ACME, salen de compras y encuentran lo que buscan. Es su momento de gloria, en su cabeza suena “We are the champions” de Queen y blanden su bolsita como un trofeo. Son felices, porque, después de todo...“para todo lo demás… está Mastercard.”