A la “Nena”
Las palomas que habían salido a hacer las cosas que hacen las palomas en la plaza, se estresaron y se tomaron el olivo. Una comitiva completa de jubilados que habían ido a hacer Tai chi chuan al pastito, corrieron como hacía años que no lo hacían. Las hamacas se parapetaron detrás del tobogán. Y yo que había ido a confirmar que el ciruelo estaba florecido, convencida de que los ciruelos son los únicos fieles al espíritu primaveral de septiembre, permanecí en el banco oeste de la plaza (ajena al Feng shui que mamá me quiere hacer entender desde hace años y a las enseñanzas de una tía medio chapi que me dice que el destino se hace)
Suelo ser, en la mayoría de los casos, la persona indicada pero en el lugar equivocado y ahí estaba confirmando el dicho que dice “Hay que ser más boluda que las palomas”. Bueno, yo lo era, porque no vi venir la horda de adolescentes que había salido del colegio que estaba a la vuelta de la plaza y marchaba (como los orcos de El Señor de los Anillos) con paso firme a copar el espacio verde. De haber podido el pasto se habría atrincherado, pero maldiciendo sus raíces, se quedó quieto y a la espera de poder resistir el embate.
En un principio, me desesperé. Estoy acostumbrada a ver adolescentes dentro de las aulas, pero no así, libres de las ataduras de la libreta de calificaciones. Esa manera tan huracanada de manejar sus hormonas jóvenes siempre me ha perturbado, pero esta vez superé el estado inicial de pánico y me dediqué a escucharlos.
Eran cinco chicas con suéteres rojos chillones que se habían sentado en el pasto con las polleras grises (sin pensar que el pasto mancha y que a sus madres les costaría un Perú quitarles la clorofila del tableado) y hablaban todas juntas con tanta naturalidad que, aunque no lo crean… ¡Se entendían! Usaban ciertos códigos que todavía permanecen ocultos a mi entendimiento pero era obvio que el tema de la conversación múltiple eran un par de fulanos que las tenían a mal traer.
Después de un rato logré comprender que unas a otras adivinaban lo que iban a decir y casi siempre completaban la frase de la otra con el estribillo de alguna canción de moda; pero lo que más me llamó la atención fue el principio de contradicción que manejaba sus emociones y sólo pude pensar “Pobres padres”. Sin embargo, no sé si fue el aburrimiento o el ciruelo que me pedía que no lo dejara solo a merced de tanto estrógeno, me quedé y esto es lo que escuché:
Una decía: “No, boluda, no sabés, lo amo. Hoy me miró todo el recreo” y la otra respondía: “Sí, boluda, pero el viernes se comió a Fulanita, la amiga de Menganita que es alto gato” y la primera terminaba diciendo: “¡Ay!, lo amo a ese forro. Lo odio.”
Al principio pensé que otra vez los signos de puntuación me estaban jodiendo porque para mí, o las pausas estaban mal hechas en esa conversación o las pendejas estaban absolutamente limadas; pero, no, porque más allá de descubrir que eso de “se la comió” no aludía a las preferencias sexuales del Fulano en cuestión ni a una incipiente antropofagia, recordé que la Literatura y el cine avalaban esa locura.
Habemos algunos pocos elegidos que recordamos el poema que Catulo de la antigua Roma, le chafó a Safo de Lesbos (la griega) y que empezaba con estos versos: “Odi et amo”, en cristiano: “Odio y amo”… ¿Si los poetas viejos no se ponían de acuerdo, lo iban a hacer un grupete de mujeres adolescentes? Y al toque (¡Ups! Jerga adolescente contagiosa) recordé la película predilecta de uno de los miembros más jóvenes de esta Cofradía (que todavía llora por la muerte del protagonista de la peli, el bonito de Heath Ledger, ése que hace de Guasón en la nueva Batman), la película se llama “Las diez cosas que odio de ti”.
Una jovencísima Julie Styles y un novadísimo Heath encabezan este film de 1999 sobre la vida de los adolescentes americanos en una preparatoria en la que un excéntrico (Ledger) se enamora de otra freak (Styles) y la relación, que oscila entre el amor y el odio, culmina con una poesía que ella le dedica y que resume en diez versos lo que yo escuché en la plaza y lo que nos pasa cuando vamos y venimos por esa cornisa adrenalínica que nos lleva del amor al odio con pasaje abierto.
¿La analizamos juntas, amigas de la Progesterona? Tal vez nos entendamos un poco más o simplemente no nos sintamos tan solas en este mundo que no comprende nuestros “ni” o nuestros “So”. Ahí va:
“Odio la manera como me hablas y cómo te cortas el pelo”
(Mentira. Esto hay que leerlo así: “Me derretís con el “Hola” y si estuvieras pelado, yo te pintaría los rulos a besos”)
“Odio tu forma de conducir mi auto”
(Jajajajajajajajajajaja, mentira. Es así en realidad: “Si querés, llevate el auto. Yo me tomo un remís”)
“Odio cuando me mirás”
(Pavadas. ¿A quién quiere engañar Julie Styles? Es así: “Si no me mirás, me cuelgo un cartelito de taxi Libre en la frente y aprendo a bailar reggeaton en el medio del patio del colegio. Además, cuando me mirás, mis amigas me llevan en frasquito hasta casa porque tenés el mismo efecto en mí que el sol sobre un helado de agua”)
“Odio tus tontas botas de combate y la forma en la que lees mi mente”
(Traducción real: “Si te ponés el disfraz de Piñón Fijo igual estás divino y si me podés leer la mente entonces… miramemiramemiramemiramemiramemirame”)
“Te odio tanto que me enferma e incluso me hace rimar”
(Trascripción: “Me hernié tratando de no amarte, nabo. Y no me importa que amarte me lleve a hacer rimas pelotudas como las de Belén Francese”)
“Odio como siempre tienes razón”
(En realidad es: “Me fascina darte la razón porque te reís de costado, inclinando un poco la cabeza y me decís: “te dije, nena, que era como yo decía”)
“Odio cuando mientes”
(Verdaderamente: “¡¡¡Mentime que me gustaaaaaaa!!!")
“Odio que me hagas reír y peor todavía, que me hagas llorar”
(Mentira. Es así la cosa: “No necesito que hables para reírme porque te veo y se me pinta la sonrisa en la cara y no hay borratintas que me la saque de lugar. Además, si no me hacés llorar no tengo excusas para comer pizza y helado hasta el hartazgo y escuchar con mamá la edición aniversario de Air Supply para llorar con ganas”)
“Odio cuando no estás y que no llames”
(Traducción al castellano: “Si no estás, los espejos de la casa no tienen razón de ser y si no llamás, voy al baño con el celular en la mano, dejo conectado el msn y habilito un servicio de palomas mensajeras sólo para que puedas comunicarte conmigo”)
“Pero principalmente odio no poder odiarte, ni siquiera ceca, ni siquiera un poquito, ni siquiera nada.”
(ESTA QUEDA TAL CUAL, CHE, PORQUE ES ASÍ)
Cuando se estaban yendo de la plaza casi les digo que vieran esa película, pero después pensé que mejor me quedaba esperando al blanco del ciruelo y a septiembre. Se fueron cantando y saltando entre “Boludas” y “Lo amo”.
Mientras las veía alejarse no pude más que recordar que el “Temporis” como decían los romanos se te “fugit” de las manos entre amores y odios y que está bien que así sea después de todo.
Bueno, nenas, cualquier semejanza con la realidad (hoy, al menos) es absolutamente a propósito y si no vieron la peli y tienen de 13 para arriba en algún lugar del cuore, mírenla.
¡Nos vemos la semana que viene!