10 julio 2008

La Buena Pipa y los laberintos (a todas las tías Laura que conozco y a sus intrincados laberintos)

La línea recta, la desconozco (Magister dixit, 2006)
Esta semana los cuentos populares estaban de feriado, no había noticias nuevas, no habían salido porque estaba horrible y como, encima, no nevaba, para evitar el aburrimiento se pusieron a Jugar al Estanciero, pero como tenían a todas las fichas al costado de los escaques haciendo nada porque esperaban la votación en el Senado, se aburrían en gran medida y decidieron hacer algo loco.
La Buena Pipa fue desafiada por el Mito de la Gata Flora, por el Cuento del Tío y por el Gran Bonete (ése al que se le ha perdido un pajarito… el eterno problema de la Humanidad); el desafío consistía en entrar a un laberinto, en su propio laberinto semántico y salir cuando se terminara la página en la que yo estoy escribiendo. La Buena Pipa pensó que era pan comido aunque no descartó que necesitara ayuda. Entrar en un laberinto de palabras era cosa de Mandinga, especialmente para ella que repetía hasta el hartazgo una sola frase; el único vate que había salido airoso de un laberinto de palabras era un hombre ciego de nombre Jorge que había logrado trascender las palabras, simplemente porque no las veía. La Buena Pipa estaba complicada pero no iba a bajar la guardia frente a la Gata Flora precisamente, así que recordó a una tía suya que había sido elegida por el espíritu del vate para recibir e interpretar mensajes a través de la materia “incoherente y vertiginosa de la que se componen los sueños.” Su tía era un caso extraño de personalidad múltiple, era en sí misma un laberinto de ideas todas opuestas y peleándose y por este motivo era muy complicado llegar a la original; creo que porque todas eran las originales y como sostenía Pereira en la única novela potable que leí de Tabucchi: todas ellas eran una asamblea de tías que democráticamente cedían la voz a la que en el momento de hablar estaba lista para hacerlo; porque mientras una de ellas hablaba, la otra se hacía la planchita, otra se mataba en el gym, otra escribía una novela, otra era un personaje de novela, otra corregía, otra simplemente se dejaba estar en la hamaca paraguaya, otra viajaba por el mundo en globo, otra escuchaba en sueños a Borges y otra se reía de mí (no CONMIGO). Cuando la Buena Pipa llegó a pedirle auxilio, la tía estaba sentada tejiendo una bufanda repleta de flores (lo más parecido a una sucursal del Botánico para cuellos) y la barajó con una frase que en otra persona era síntoma indudable de Alzheimer pero en la tía cobraba otra significación (no me pregunten cuál, es más La Buena Pipa tampoco lo sabe): “Nena, ¿no seré superhéroe? ¿Cuál será mi kriptonita?” La Buena Pipa pensó que una de las tías estaba en sesión plenaria en el Salón de la Justicia y no quiso molestar así que esperó a que apareciera la tía de los laberintos y le pidió que la guiara para entrar y salir de aquel laberinto semántico que le proponían los demás cuentos populares. La tía tomó dos o tres mates (mientras ajusticiaba la docena y media de facturas que la Buena Pipa le había llevado para desayunar… es que ellas eran tantas bocas que alimentar…) y después le dijo: “Hay una sola forma en la que podés entrar y salir de tu propio laberinto, nena: preguntá lo que siempre preguntás y cuando te respondan, hacé silencio. Sin palabras, no hay laberinto de palabras. La gente no sabe valorar el silencio.” La Buena Pipa salió corriendo a demostrarles a la Gata Flora, al Gran Bonete y al Cuento del Tío que ella también podía salir de su propio laberinto, pero no pudo pavonearse con su hallazgo porque no había nadie en la S.C.P.R. : Sede de Cuentos Populares sin Resolución. La Gata Flora no se decidía entre quedarse o irse y terminó hartando de manera tal al Gran Bonete que éste le dijo: “Vení, vamos a buscar al pajarito que se me perdió, cuando lo encontremos, volvemos.”; el Cuento del Tío vio pasar a dos jubilados que habían cobrado el aguinaldo y pensó que el deber lo llamaba y también se fue. Así que la Buena Pipa sabía cómo entrar y salir del laberinto y no había nadie para apreciarlo. Era la historia de su vida:
“¿Querés que entre en el laberinto?, “Sí”, “Yo no te dije que “sí”, yo te pregunté si querías que entrara al laberinto.”
Cansada y con la desilusión a cuestas la Buena Pipa terminó el feriado volviendo a casa de su tía a terminar lo que había quedado de las facturas (es muy ilusa la Buena Pipa en el fondo, porque de las facturas sólo quedaba el recuerdo entre manchas de dulce de leche) y a tomarse unos mates más; sin embargo cuando llegó nuevamente al jardín de la casa de la tía encontró un papelito escrito con varias caligrafías diferentes (al parecer en eso se pusieron todas ellas de acuerdo): “Dejo a mis varios porvenires (no a todos) mi jardín de senderos que se bifurcan.” (seguramente el viejo vate le prestó la frase, sólo a ella que era su elegida, obviamente) La Buena Pipa, masticaba la mitad de una toritita negra que la tía había olvidado debajo del tejido mientras comenzó a caminar con la certeza de que en cualquier lugar podía encontrarse con una de las tantas que era su tía para decirle a cada una y a los gritos:
¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS, TÍA LAURA!!! Nos vemos el jueves que viene.

6 comentarios:

razondelgusto dijo...

Brindo con un "matito" por el cumpleaños de la tía Laura, la elegida del gran Georgie...
¿Que está tejiendo una bufanda llena de flores? Eso sí que es algo digno de ver.
Muy buena esta versión vernácula de
"El jardín de los senderos que se bifurcan" con la tía manducando facturas en su Pabellón de la Límpida Soledad.
Besos a las dos.

La tía Laura dijo...

La que está lista para hablar en el cumpleaños de la tía Laura es siempre la más boluda: la chica de barrio, la sensible: la que llora en las películas de amor y dice frases hechas una detrás de la otra, la que extraña a las buenas amigas y a la mamá que ya no está, la que lee la buena pipa y llora a moco tendido por la emoción... Sí, la Laura de los cumpleaños se emociona por cualquier cosa: porque la Negrita hermosa madrugó para dejarle un msj de texto, porque papá la llamó y le dijo que a la noche iba a comer guiso de mondongo, porque Belu se acordó y la llamó por teléfono, porque Juan le dejó un mensaje instantáneo, porque el marido y los hijos se quedaron hasta medianoche para darle un beso... Por todo y por nada llora la tía Laura sensible el día de nuestro cumpleaños y no nos deja salir ni un minuto a ninguna de las otras...
Además es la que se la pasa usando puntos suspensivos... No me la banco... Si la viera el viejo, la deshereda...
Bueno, Nati, te adoro, lo sabés. Esta buena pipa es uno de los mejores regalos que recibí en la vida.
¡¡GRACIAS!!
La tía (la que ensucia el teclado con lágrimas)

Anónimo dijo...

Para mi que no vengo de las letras (ni voy hacia ellas) no me es facil hacer comentarios en este sitio tan literato, pero esta vez me vi tentada al verificar CUANTAS HERMANAS TENGO, y cuantas mas por descubrir.
Yo las quiero a todas, a la super estrella, a la llorona, a la distraída, a la diva, a la mamá, a la tía justiciera...y mas. Feliz cumple a todas.
Nati, que bueno que está este sitio! me divierte mucho. Besos Marta

María Luz dijo...

Sentimientos inteligentes. Eso es pedir o aceptar mucho de la vida. Y no es pregunta porque está bien que así sea... Y vos lo llamás el siniestro... (yo también abuso de los puntos suspensivos, pero soy una sola o casi)

Anónimo dijo...

Vengo a hacer quilombo en este blog:
Voto por separar a "la cofradía" de "la buena pipa", que la cofradía tenga su propio blog,
Me encanta la buena pipa!
Besos
El separatista

Anónimo dijo...

Me ponen nerviosa los anónimos.